Vive Ciudad Real, el nombre con el que se llamará a la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de la capital, se presentó ayer en sociedad por las concejalas de Sostenibilidad y de Movilidad, Mariana Boadella y Raquel Torralbo. Las ediles expusieron algunas de las claves que ya adelantó el lunes Torralbo en una entrevista concedida en La Tribuna y avanzaron que la implantación de la ZBE será en tres fases: la primera de ellas informativa, para dar a conocer moratorias y otros aspectos claves de la zona. La segunda será ejecutiva con el objetivo de explicar en qué consistirá y sus detalles. Por último, la tercera tratará de mostrar los resultados de una iniciativa que busca plantear una transformación de la ciudad para que sea "más sostenible" y que haya un cambio de mentalidad en el uso de las vías, con más presencia del peatón y otros medios de transporte que no usen combustibles fósiles o el uso de los autobuses urbanos.
"Diseñamos una zona de bajas emisiones por ley y porque tenemos esta oportunidad", dijeron Boadella y Torralbo, quienes hablaron sobre la importancia de las calles peatonales para el comercio local, según "demuestran muchos estudios" porque se vende más, ya que quienes acuden a los comercios son los peatones y no los coches. Además, se habló de reducir el ruido y de mejorar la calidad del aire. Para lograrlo, señalaron, Ciudad Real cuenta, de momento, con tres millones de euros, que buscan devolver las calles a las personas y "llenarlas de vida".
Con estas declaraciones arranca la primera fase, la informativa, y que busca dar a conocer los símbolos de la ZBE y abordar aspectos como las cámaras o la plataforma que servirá para gestionar los accesos.
'Vive Ciudad Real', una zona de bajas emisiones en tres fasesLa segunda fase pasa por la ordenanza, el diseño de la normativa que marcará plazos, cómo acceder y sanciones. Se trata de un documento que ya ha pasado por el Consejo de Movilidad, irá a Junta de Gobierno en próximas fechas y se aprobará en diciembre en Pleno. La intención es que en el Pleno de febrero se encuentre aprobada de forma definitiva y en vigor. En ese momento, comenzará la puesta en marcha de la zona de bajas emisiones, con los seis meses de adaptación en los que no habrá sanciones para los vehículos sin etiqueta y no censados, arrancará una moratoria de tres años para los vehículos que pertenecen a empadronados en la capital y cinco años para aquellos vehículos sin etiqueta de empresas, destinados para la carga y descarga. Torralbo recordó que más allá de esos seis meses de moratoria, cualquier ciudadano tendrá 10 accesos al año con su vehículo sin etiqueta en la zona de bajas emisiones, para los que tendrá que pedir permiso.
La clave de este proceso es esa etiqueta medioambiental a la que tienen derecho todos los vehículos con menos de 15 años. Basta introducir la matrícula en el apartado de la DGT para consultar cuál es la etiqueta que corresponde a ese vehículo y se puede solicitar en cualquier oficina de Correos. Los vehículos más antiguos son los que tendrán restricciones al inicio de la ZBE, sin descartar que en un futuro, dentro de años, puedan ampliarse restricciones a los vehículos con la letra B, los siguientes más contaminantes o C.
Por último, la tercera fase será la de los resultados, ya que se va a diseñar una red de monitorización de la calidad del aire porque el objetivo es reducir "el índice de contaminación", pero va más allá porque la intención municipal es mejorar el "estado de salud, ahorrar en combustible, pasar de una ciudad pensada para el vehículo a una para el peatón" o que haya "niños en las calles" que cambien el claxon y el sonido de motor por "risas y juegos". Por este motivo, señaló que el logo de la Zona de bajas Emisiones es un corazón, o un paso de cebra, como unas manos que se unen. También es el símbolo de la ronda de Ciudad Real, que es donde se encuentra la ZBE.
A estos aspectos, Torralbo recordó que hay intención de ampliar el número de aparcamientos disuasorios en la ciudad, con el desarrollo un nuevo aparcamiento junto al AVE, de 300 plazas; las 100 plazas que quedarán libres en el teatro auditorio, cuando salga de la zona la nave de señalización; y el aparcamiento subterráneo que hay previsto en la calle López Bustos o el de Pío XII. Con todo, no se quiere usar los disuasorios como alternativa, sino de "cambiar la mentalidad y usar el transporte público", que se utilice la bicicleta o se camine, con un objetivo de reducir la contaminación en la capital un 10% de aquí a 2030.