Primero se editó el libro de Orlando Figes 'Los Europeos'. Narra, a través de tres personajes, Turguénev, Pauline Viardot, de origen español, la más famosa cantante de ópera de la época y su marido Louis Viardot, el nacimiento del espíritu europeo, a través de la expansión del ferrocarril y el triunfo continental de la Opera. Más tarde, 'Primavera Revolucionaria', de Christopher Clark, sobre las revoluciones de los años cuarenta del siglo XIX. Y el ultimo, el libro de Martin Llade 'El Misterio Razumovski'. Tres textos para entender el siglo XIX y la evolución del concepto de ciudadanía europea, amenazada en el presente por euroescépticos y ultraderecha. Un recorrido por tres obras que se complementan entre ellas -en dos la música es fundamental- para conocer cómo se fue forjando una Europa abierta, culta, contradictoria y defensora del progreso.
Martin Llade ha construido un 'artefacto' que desborda los límites de la novela. Es cierto que su titulo 'El Misterio Razumovski' invita a creer que se trata de un libro de intriga, otro más, con los que comercia el negocio editorial. Pero el libro es más, mucho más. Es un libro de Historia, de historias y de vidas reales. Habla de la persona y la música de Beethoven en la 'Babel' que fue el Congreso de Viena. En 1814 se reunían en la ciudad los vencedores de Napoleón. La diplomacia buscaba un nuevo reparto territorial de Europa, la afirmación de las monarquías debilitadas y la organización de una sociedad distinta en la que «todo cambiará… para que todo siga igual que antes».
Europa, a comienzos del siglo XIX, es un continente destrozado por la guerras de Napoleón a lo que se suman las condiciones miserables de vida que la naciente industria impone a hombres, mujeres y niños. Los habitantes de las ciudades y del campo viven en estado de depauperación casi animal. Las calles de ciudades y pueblos son sucias y pestilentes, los alquileres de cuevas, habitaciones húmedas y lóbregas, resultan abusivos, las epidemias se suceden por carencia de higiene y alimentación. No existe cohesión social, ni moral, ni religión y ni un orden político que articule los territorios y las sociedades. El mundo del 'Ayer y nuestro Anteayer', en expresión de Zweig, se desmorona sin que todavía haya sido reemplazado aún por otro. En ese paisaje de ruinas y esperanzas Martín Llade utiliza a Beethoven para contarnos la vida y obras de un ser humano, en ocasiones grosero, a veces mezquino, inconcebiblemente vulgar, que escribe música sublime. Beethoven es un hombre con numerosas debilidades que se desenvuelve en el mundo de la nobleza, superviviente de la Revolución francesa, y nuevas clases emergentes. Es un hombre reverenciado, ególatra y narcisista, que carece de respeto hacia quienes no le pueden ofrecer nada. Especialmente hiriente resulta su trato con las personas o con la derrotada Francia de Napoleón, a quién antes había admirado.
El palacio Razumovski representa la metáfora arquitectónica, colectiva y moral preeuropeo que desembocará en las revoluciones de 1848-1849. En ese entorno frágil se enmarcan vidas e historias ficticias y reales, mezcladas con tal naturalidad que apenas discernimos cual sea ficción y cual realidad. La Viena, 'dos veces milenaria y supranacional', (de nuevo Zweig), de Metternich brilla como estrella de un tiempo político en el que se atisba una Centroeuropa intelectual y convulsa. Tras el final de unas historias detectivescas, con Beethoven de investigador ocasional, la metáfora del palacio Razumovski se diluirá entre llamas y conspiraciones, mientras se escucha la 'Oda a la alegría' «sobre la que un titán como jamás volverían a conocer los siglos iba a levantar su Novena Sinfonía». De eso, y de mucho, más va la obra de Martin Llade 'El misterio Razumovski'. Léanla, les resultará magnética.