Libertad ha sido una de las palabras con las que ha el PP ha movilizado a sus militantes y simpatizantes para oponerse a la amnistía que anunció el Sr. Sánchez. Libertad, lo mismo que igualdad, son vocablos lo suficientemente amplios y genéricos como para que puedan ser utilizados por la ultraderecha, la derecha conservadora, la izquierda socialdemócrata y hasta la izquierda trotskista. «¡Libertad, carajo!» ha sido uno de los lemas de Milei en Argentina, donde ya empiezan a aprender de que va a ir esa libertad. En España, para saber de qué libertad habla el PP, hay que recurrir a algunos acontecimientos de la historia reciente. Y puesto que el Sr. Sánchez, en versión de la derecha reaccionaria, quiere colonizar Telefónica, nada tan ilustrativo que contar cómo la Telefónica de la dictadura, de los gobiernos de UCD y de los gobiernos del PSOE, conoció la libertad de la mano del presidente Aznar, ese que dijo que nadie le podía prohibir conducir un automóvil, aunque fuera más borracho que Baco. En el año 1997, al poco de llegar al gobierno, lo primero que hizo fue 'privatizar' esta empresa estratégica de España. Una vez privatizada consiguió nombrar presidente de la nueva empresa a Juan Villalonga. ¿Quién era este quídam? Un compañero de colegio privado y de pupitre de aula. Esa es la libertad del PP. Pero la lucha de Aznar a favor de la libertad se mantuvo en el tiempo. En el BBVA puso a Francisco González, amigo de Rato; en Caja Madrid colocó a Miguel Blesa, amigo de oposiciones a funcionarios. Así en nombre de la libertad se creó una red financiera al servicio de la derecha española. Eso sí, todos terminarían en los Juzgados. En paralelo nombraba presidente de Tabacalera, todavía empresa pública, a Cesar Alierta, quien años más tarde también sería juzgado por utilizar información privilegiada en la compra de acciones de la empresa que presidía. En el 2000 una vez más el presidente Aznar nombró presidente de Telefónica al amigo Cesar Alierta. Los esfuerzos para conquistar la libertad de los amiguetes de la derecha española son ya historia.
El Sr. Sánchez, en un giro sorprendente, que nos homologa con Francia, Alemania e Italia, ha propuesto que, para evitar que Telefónica (empresa fundamental de las comunicaciones del país) pase a ser controlada por un fondo de Arabia Saudí, sea el Estado español quien se haga con la mayoría de las acciones. Cuando se produjo la noticia de las intenciones de Arabia de hacerse con el control de la mayoría de Telefónica, el PP se lanzó al cuello del Sr Sánchez, revestido con la bandera de España, patriótica y recia, porque una empresa estratégica, como Telefónica, iba a ser controlada por el Estado soberano de Arabia. El anuncio posterior del Sr. Sánchez de convertir al Estado español en socio mayoritario para abortar la maniobra de Arabia, le ha servido al PP, en su deriva desorientada, para acusar a Sánchez, una vez más, de chavista y comunista. No se debieran inquietar. La izquierda, cuando gobierna, asfalta y limpia los caminos para que la derecha pueda ejercer la libertad privatizando lo que se ponga por delante. Con Telefónica harán grandes negocios. De momento, ahí quedan las palabras del Sr. Sánchez, presidente del gobierno de España, basando la decisión de apostar por Telefónica porque «tiene que ver con la transformación digital y con que la telecomunicaciones están ahora íntimamente conectadas con la seguridad, la defensa, la ciberseguridad y el desarrollo de toda la economía digital». Palabras patrióticas, estas sí, aunque a la derecha no les guste. Ah, y que el año 2024 sea una año más en verdadera libertad.