Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


La espera

07/06/2024

Domingo 26 de mayo de 2024. Barrio de Santa Teresa, Toledo. En la calle Méjico, sentado en un banco, a la sombra de los árboles que crecen en los laterales, un hombre levanta y dobla las rodillas trabajosamente. Nos saludamos. Le pregunto. Contesta. Hablamos. En la conversación dice que lleva desde el año 2019 esperando unas prótesis de rodillas. Cuento: uno, dos, tres, cuatro.  La suma es sencilla y el tiempo de espera parece mucho.  Confía en el final de esa espera, porque tiene una hija enfermera y tal vez pueda hacer algo. Es un caso con nombre y apellidos, lugar y espacio concretos entre cientos de personas, que se encuentran en la misma situación. La realidad diaria  desmiente los números que la política y la burocracia utilizan para acallar con estadísticas trucadas lo que viven las personas. Cuando ellas  hablan  cuentan que esperan, esperan y desesperan hasta que les llaman. Pero sí pueden pagar, pagan, y acuden a la medicina privada. Supone el comienzo del fin de la sanidad pública de calidad e igualitaria.
No hace mucho  un profesional de la medicina comentaba que entre los profesionales y el sistema están deteriorando la sanidad pública – orgullo en otros tiempos de los logros de un país que avanzaba – de manera dramática, mientras engorda la sanidad privada. Esa sanidad  privada que crece a golpe de propaganda, mimetizándose con la sanidad pública. En sus discursos edulcorados cubren, dicen, los fallos del modelo, la carencia de profesionales, las necesiadades de una sociedad que envejece y no puede contar años de espera o lo hace de manera resignada. Pero ahora es eso, cuando las gestión de la sanidad privada sea más potente, las opciones serán distintas. O pagas, y tal vez te sanen, o te vas a la pública, donde te harán poco caso. Será el final de una  sanidad pública eficiente y eficaz que habrá desaparecido.  
La persona que en la calle Méjico, en el barrio de Santa Teresa, hace ejercicios sentado, sobre las 11 de la mañana, ha sido funcionario de la Junta de Comunidades. Conoce el paño.  No habla por hablar. No protesta, se lamenta con una melancolía que destila  resignación. Ah, y la confianza de que su hija, enfermera, acabe con su espera. ¿Tendrá todo el mundo que tener una hija enfermera para resolver sus enfermedades en la sanidad pública?