Un pálido sol de invierno ilumina la fachada y las arcadas del Hôtel des Invalides, pero el patio permanece en la sombra. En el centro, colocado sobre los fríos adoquines, el ataúd, cubierto con una bandera francesa. Justo arriba, entre dos galerías, el retrato gigante de Jacques Delors, traje de tweed y corbata de otra época, fallecido el 27 de diciembre de 2023, a la edad de 98 años. El Himno a la Alegría resonó el viernes 5 de enero, poco después de La Marsellesa, en el patio principal de los Inválidos, donde Emmanuel Macron rindió un homenaje nacional al desaparecido Delors». Escribía Le Monde al día siguiente, sobre la ceremonia de despedida de Jacques Delors, ministro de Mitterrand entre 1981 y 1984 y presidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995. Una  imagen de sobriedad elocuente.
La soberbia foto de Ludovic Marin para AFP, que publica igualmente El País, el 6 de enero, deja ver la sobriedad fría y escueta del escenario de los Inválidos en la despedida de un gran hombre, que delineó lo que hoy es Europa–desde el euro a los Erasmus, desde Schengen a Maastricht– y que representa –en palabras del presidente Macron– 'la Segunda izquierda', en referencia no sólo a su pertenencia al PSF, sino a sus orígenes de sindicalismo cristiano. 
El féretro de Delors –carente de armón, peana, catafalco o túmulo– solo provisto de unas andas elementales con agarraderas metálicas, depositado en el suelo frío de granito, aparece solamente abrigado por la levedad de la bandera francesa que rodea e impide ver la madera del féretro mismo. Una austeridad ceremonial que hace patente el frío de la mañana republicana francesa. La citada foto del frío deja ver a la presidencia política del homenaje –presidentes de Francia, Portugal y Alemania, jefes de gobiernos europeos de Holanda, Bélgica y Hungría, y responsables de las instituciones europeas, Comisión, Consejo, Parlamento y BCE– y donde es muy visible la ausencia de alguna representación española, que ni el diario El País subraya y extraña y que nadie ha comentado. Solo las notas sueltas de Silvia Ayuso y la pieza de Joaquín Estefanía el domingo en el suplemento Ideas reflejaban el acto solemne.
Habiendo sido España la titular de la presidencia saliente del último semestre del Consejo Europeo, la ausencia de Pedro Sánchez –que, además, preside la Internacional Socialista– resulta más incomprensible... salvo que todo el espacio de las preocupaciones de la Moncloa esté dedicado a la hiriente cucaña del muñeco de fin de año.