Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Más allá de García-Page: ¿hay vida en la izquierda?

12/03/2025

Cuando hace unos días el líder de UGT, Pepe Álvarez,  se encaró con el consejero del Gobierno de Castilla-La Mancha, Nacho Hernando, en un foro económico auspiciado por El Español delimitó perfectamente los mimbres en los que hoy se está moviendo la izquierda española, especialmente desde que Pedro Sánchez está atornillado a La Moncloa.  Hernando, por su parte, puso foco en el problema cuando señaló que le parecía bochornoso que en un documento firmado por el PSOE se incluyera la defensa de cuestiones identitarias al modo en el que lo hace Donald Trump, es decir, desde posiciones excluyentes y racistas. El líder de UGT, visiblemente molesto por la amonestación del joven consejero castellanomanchego, intentó zanjar la polémica quitándose el asunto de en medio con un patadón hacia arriba, sin más: «con gente como tú el PSOE no tiene que salir a buscar problemas fuera».
Sin embargo, el problema del PSOE no es lo que ocurre o se dice en Castilla-La Mancha, donde Emiliano García-Page está marcando una nota distintiva ante las políticas de Pedro Sánchez. El problema del PSOE tiene que ver con firmar acuerdos con partidos que defienden postura de tipo xenófobo como el de Puigdemont, un nuevo peaje a cambio de mantenerse un rato más en el poder, esta vez a cuenta de entregar las competencias en materia de inmigración, y lo de menos es si ha sido una delegación y no una transferencia. Lo importante es el sustrato ideológico identitario y excluyente que sostiene el acuerdo. El desmantelamiento del Estado en Cataluña esta vez se produce desde posicionamientos racistas que firmaría cualquier ultraderechista de la peor especie.  El problema es si más allá de Emiliano García-Page y los suyos hay vida en la izquierda española.
Seamos claros, los de la izquierda más radical siempre han considerado a los de García-Page y los suyos, también a Felipe González y otros integrantes destacados de aquel PSOE, como elementos derechistas que distorsionan el universo superprogre del que se sienten guardianes e interpretes al tiempo que  inquisidores despiadados. Ciertamente el presidente de Castilla-La Mancha no es un izquierdista radical, su espacio es el centro-izquierda que además, por una cuestión muy de la tierra y en aras de una transversalidad de gran provecho, está provisto de giros, gestos y algunas medidas del gusto tradicional o conservador. Así es con García-Page como lo fue con José Bono. Pero lo problemático no es esto en un partido de mayorías como el PSOE. Lo problemático, incluso lo bochornoso, es que los que van por la vida luciendo pedigrí izquierdista de alta pureza callen ante un pacto como el firmado con Puigdemont, la ultraderecha más efectiva que hoy tenemos en España.
El problema de fondo de los últimos años en España es la ausencia de proyecto. Sánchez no tiene un proyecto político más allá de su obsesiva resistencia por mantenerse en el poder. El presidente del Gobierno podría tener un proyecto discutible, equivocado, pero no lo tiene. En Sánchez no hay un proyecto político y por lo que vemos tampoco existe una intención progresista sincera. En cambio, Puigdemont sí que tiene un proyecto. Lo tiene personal, acceder a la amnistía  y ser rehabilitado políticamente (no olvidemos que hoy sigue siendo un prófugo de la Justicia), y además tiene un proyecto político, él y los que le siguen, y en general todo el independentismo catalán: volver a intentar un proceso de separación de España. Es un proyecto ambicioso que una vez que se vuelva a intentarse encontrará al Estado más débil que en 2017.
De manera que a la espera de que la izquierda de alta pureza diga algo alto y claro en relación con los ataques a la igualdad esencial de los seres humanos en el territorio de Cataluña, tendremos que escuchar  lo que Emiliano García-Page o Nacho Hernando puedan decir al respecto porque por el momento no parece que haya mucha vida en la izquierda española más allá de lo que se sostiene en Castilla-La Mancha sobre cuestiones mollares no solamente en defensa de la unidad del país sino en lo referente a principios esenciales que incluso deberían ser prepolíticos y  desde luego banderas de enganche de cualquier izquierda. Lo más importante de todo, la igualdad radical y esencial de los seres humanos.