La renuncia por sorpresa de los ministros de Economia, Rishi Sunak, y Sanidad, Sajid Javid, dio este martes lo que parece ser el golpe de gracia al primer ministro británico, Boris Johnson, después de que dos de los grandes pesos pesados del Ejecutivo le retiraran su apoyo.
El Gobierno de Johnson se desangra desde hace meses en una hemorragia que hasta ahora no ha hecho caer al "premier". Pero la salida de dos de los rostros más conocidos de su equipo le será más difícil de sortear que anteriores contratiempos.
La moción de confianza interna a la que sobrevivió hace menos de un mes evidenció que el 41 % de sus propios diputados conservadores ya no confían en él. En esta ocasión, la podredumbre ha llegado hasta el mismo núcleo de su gabinete.
El puesto de ministro de Economía, conocido como el canciller del Exchequer, es el tercero en importancia del Ejecutivo y no en vano su residencia se encuentra en el 11 de Downing Street, la puerta de al lado del primer ministro.
En su carta de dimisión, Sunak dice que los británicos "esperan con razón que el Gobierno se comporte de forma adecuada, competente y seria".
"Creo que merece la pena luchar por esos estándares, y por eso renuncio", explica en su misiva dirigida a Johnson, en la que reconoce que quizá el de Economía sea el último ministerio que le corresponda dirigir.
"Estoy triste por dejar el Gobierno, pero he llegado de mala gana a la conclusión de que no podemos seguir así", agrega.
Según asegura en su carta, Johnson no estaba dispuesto a tomar "decisiones difíciles" en la economía, como pudo comprobar al preparar un discurso conjunto para la próxima semana en ese campo, y se dio cuenta de que sus enfoques "son fundamentalmente demasiado diferentes".
También se mostró duro en su renuncia Javid, quien denunció que el deterioro de los valores conservadores en el Ejecutivo de Johnson "no cambiará bajo su liderazgo".
"La moción de censura interna el pasado mes (...) fue un momento para la humildad, retomar el control y una nueva dirección. Lamento decir que esta situación no cambiará bajo su liderazgo, y por tanto ha perdido también mi confianza", subrayó Javid, quien en su día ya aspiró a liderar el Partido Conservador.
Siguen los más fieles
A primera hora de la noche, las dimisiones no habían desatado un aluvión de renuncias encadenadas, aunque voces autorizadas de los "tories", como el exnegociador del Brexit David Frost o el vicepresidente del partido "tory" Bim Afolami, también demandaron la marcha de Johnson.
Sin embargo, el grupúsculo de mayores fieles al primer ministro dentro del Ejecutivo - integrado entre otros por la ministra de Exteriores, Liz Truss, el de Defensa, Ben Wallace, el vice primer ministro, Dominic Raab, o las titulares del Interior, Priti Patel, y Cultura, Nadine Dorries- anunciaron que no piensan abandonarlo.
Las dimisiones de Sunak y Javid llegaron en otro día de polémicas para el primer ministro, quien tuvo que disculparse por haber designado como responsable de la disciplina del grupo parlamentario conservador al diputado Chris Pincher pese a saber que se le había investigado por conducta sexual inapropiada.
Aunque Downing Street trató inicialmente de desvincular a Johnson de lo sucedido con Pincher, quien dimitió la semana pasada por haber realizado tocamientos no deseados a varios hombres en una reunión social, finalmente el "premier" tuvo que admitir que ya conocía que había cometido esos actos en el pasado.
Los ministros que renunciaron hoy no aludieron directamente a este escándalo, pero para muchas voces críticas con Johnson en su partido supone la gota que ha colmado el vaso.
Mientras, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, aseguró que el Gobierno de Johnson "se está derrumbando" tras la dimisión de los ministros.
"Está claro que este Gobierno se está derrumbando. Los ministros 'tories' han sabido desde el principio quién era el primer ministro. Han sido sus animadores a lo largo de esta lamentable saga", declaró Starmer a medios británicos.
Para el laborista, los ministros "han sido sus cómplices a cada paso, según deshonraba su cargo y defraudaba al país. Si tuviesen un ápice de integridad, hace meses que se habrían marchado".
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, consideró por su lado que "todo ese grupo podrido debe marcharse ya".