Por tradición, María Moliner, señala que «es el paso de unas generaciones a otras a través de la vida de un pueblo, una familia, noticias, costumbres y creaciones artísticas colectivas». También acepta como tal «el conjunto de costumbres así transmitidas». Y, finalmente, «circunstancia de tener una cosa su origen o raíces en tiempos pasados y haber sido transmitida de unas generaciones a otras».
Viene todo ello a cuenta de las declaraciones programáticas del nuevo titular del Ministerio de Cultura, Ernest Urtasun, que se estrena en el cargo y en la responsabilidad, igual que lo hace su formación política Sumar. Quiere navegar –según los titulares de El País del 8 de enero de 2024 – «entre el continuismo y la ruptura», lo que da cuenta de la polaridad de 'prorrogar o innovar'. Como si se pudiera, en ese rango, estar inventado asuntos, estructuras y noticias. Incluso, la pieza periodística se remonta al pasado de renombre del ministerio de Cultura francés con André Malraux al frente, bajo la tutela de De Gaulle. Incluso, se anotan los precedentes nacionales de Pío Cabanillas –con Adolfo Suárez– y de Solana, Solé Tura, Semprún y Alborch –con Felipe González– o de González Sinde y César Antonio Molina –con Zapatero–. Un ministerio que desde su creación con UCD «ha estado en manos del PSOE», toda vez que en tiempos del PP su presencia se redujo a Secretaría de Estado. La llegada de Sumar al Ministerio sería una novedad. Y eso, que el titular ministerial «cuenta con poca experiencia en el sector».
Ya se conocen algunas declaraciones –no sé si programáticas o incendiarias– de Urtasun sobre el Museo del Prado o sobre la fiesta de los toros, en unos tiempos de profundos cambios de paradigma entre lo analógico y lo digital, entre lo real y lo virtual. Ahora, Urtasun incide sobre la importancia relativa de las tradiciones y sobre su carácter cambiante y mutable, a la manera de Heráclito y de «todo cambia y nada permanece» y que invertiría Quevedo con «solo lo fugitivo permanece y dura». Afirmación de Urtasun, que no deja de ser un oxímoron sobre la movilidad de las tradiciones. Ya que, si algo es tradicional, debe de permanecer inalterado, porque esa es su propia esencia. Pero Urtasun en su afán innovador fija que «las tradiciones evolucionan como todo en la vida, y creo que hoy en día hay una mayoría de la sociedad española que no comparte la tortura animal», en referencia a la fiesta de toros.