La trastienda del Museo del Ejército dice mucho más de lo que el espectador puede apreciar cuando se acerca a disfrutar y conocer de cerca colecciones de banderas, uniformes, piezas, cuadros, fotografías y toda clase de objetos ligados a la historia militar. El material expuesto tiene que estar en las mejores condiciones de conservación y los bienes almacenados en el depósito pueden requerir limpiezas y actuaciones de conservación preventivas para asomarse a primera línea. A los departamentos de conservación no se les escapa ni un detalle. Examinan, catalogan, digitalizan, coordinan distintos proyectos, planifican posibles exposiciones temporales, cambian textiles de distintas salas permanente para garantizar su buen estado, colaboran con otras muchas instituciones en préstamos para muestras temporales y reciben múltiples donaciones particulares.
La realidad ofrece dos imágenes antagónicas en el Museo del Ejército en estos momentos, que volvió abrir sus puertas al público cuando la ciudad pasó a nivel 2 tras decretarlo la autoridad sanitaria por la bajada de contagios de covid. Los pasillos estaban prácticamente vacíos el jueves a media mañana, salvo por dos o tres personas que compraron su entrada para disfrutar de la visita. Sin embargo, esta estampa fantasmagórica contrasta con el ritmo frenético de los departamentos de conservación del museo que han intensificado su actividad desde el confinamiento, ya que el museo ha permanecido cerrado la mayor parte del tiempo. Lo malo en el ámbito turístico se ha transformado en oportunidad para reforzar la limpieza, la conservación preventiva y la restauración de fondos y de piezas expuestas que de otra manera hubiera sido imposible, ya que la mayor parte de estas tareas de mantenimiento se realizan los lunes, el día de descanso del museo.
En varios rincones del edificio los restauradores trabajan en la limpieza de distintos bienes desde hace semanas. Si no son de gran tamaño se retiran y trasladan a los talleres para las labores de restauración, pero últimamente se ha buscado otra fórmula que ayuda a visibilizar la actividad y en distintas zonas del museo se han acotado espacios para que restauradores, fotógrafos y personal técnico trabajen a la vista del público que visita el museo.
La conservación, a pleno rendimiento en pandemiaEn la capilla imperial se encuentra una tienda de campaña de grandes dimensiones, con una altura de más de cinco metros, de forma poligonal, con motivos geométricos, florales y navales, que necesitaba una limpieza porque ha acumulado demasiado polvo, ya que hace poco más de diez años que permanece expuesta en el museo. «Es uno de los proyectos más interesantes», explica María del Carmen López-Villalta, responsable del departamento de Conservación Preventiva y Restauración, muy satisfecha con los avances de la limpieza que se iniciaron hace tres semanas tras un año planeando el proyecto. Se la conoce como la tienda de Carlos V, aunque el escudo que luce desvela que era de propiedad de Martim Alfonso de Sousa, un marino portugués, gobernador de la India, y está datada en 1534. Se supone, según se ha ido dando a conocer a lo largo de los años, que fue un regalo para que Carlos V la llevase a su campaña en Túnez, pero no está documentado, como apunta López-Villalta, que el emperador la llegase a usar aunque haya tomado popularmente su nombre.
La pieza, compuesta por veinte paños, había perdido la viveza de sus colores, acumulaba mucha suciedad a pesar de que la Real Fábrica de Tapices la había restaurado hace once años, y arrastraba «un problema de tensado porque los vientos se estaban empezando a descolgar».
El cierre del museo ha permitido poner en marcha este proyecto tan complejo, en paralelo con la limpieza de otra tienda árabe del siglo XIX, procedente de la guerra de África, que también forma parte de la exposición permanente y exigía una intensa limpieza, una labor que se ha encargado a la restauradora Monica Enamorado, con un coste de unos 9.000 euros.
La conservación, a pleno rendimiento en pandemia - Foto: David Pérez«Teníamos mucha dificultad porque en la de Carlos V había que montar andamios sin que afectara a la pieza y si el museo hubiera estado abierto los espectadores no hubieran podido verla a pesar de que es una de las estrellas de la exposición». La responsable de Conservación subraya que la puesta a punto se ha encargado a la empresa ‘Kronos. Servicio de Restauración’, que ya ha trabajando en las instalaciones en otras ocasiones, por un presupuesto que ronda los 12.000 euros.
Quizá la anécdota curiosa es que el personal especializado de la empresa se ha encontrado en la cubierta un murciélago muerto. La limpieza de esta tienda y de la árabe, a base de aspiradores de potencia controlada que evitan daños en las telas, finalizará en un par de semanas.
más proyectos. El Museo del Ejército cuenta con distintos departamentos ligados al mantenimiento y la conservación, personal técnico especializado y talleres específicos, pero no hay en plantilla de restauradores y conservadores que puedan llevar a cabo tareas de conservación preventiva ni de restauración y acuden a la contratación externa cuando se necesita.
La conservación, a pleno rendimiento en pandemia - Foto: David PérezPoco antes de Navidades, con el museo cerrado, se acometió también la primera fase de limpieza y conservación de pinturas, con un notable avance en veinte días que sin las restricciones no hubiera sido viable. «Lo que está expuesto en la exposición permanente necesita limpieza y pequeñas reparaciones», comenta López-Villalta.
De momento, un centenar de cuadros ya se han beneficiado de la intervención de una restauradora, que se ha centrado en la limpieza y en la reparación de algún marco y colgador, y está previsto continuar con la iniciativa en el resto de cuadros, salvo los de gran tamaño, que precisan también la contratación de personal especializado en manipulación y en el montaje de andamios, con lo que cuatro o cinco quedarán excluidos del proyecto.
Los talleres del museo también están a pleno rendimiento. En estas salas se está restaurando una colección de 42 cuadros donada por Pedro Ramón y Cajal. Estas pinturas de batalla se trasladarán en abril a un nuevo museo creado en Jaca. La colección llegó al museo hace tres o cuatro años y se quedó en depósito con el compromiso de reubicarla. La responsable de Conservación subraya la intensa labor previa de análisis, informes y de posibles intervenciones de las piezas que tienen intención de salir del museo antes de su traslado. Se trata de una operación asidua, ya que el museo mantiene una intensa colaboración con otras muchas instituciones y entidades que solicitan el préstamo de muchas piezas a lo largo del año.
Si bien, esta actividad estuvo muy estancada el año pasado por la pandemia y se está volviendo a reactivar para retomar el ritmo expositivo. En estos momentos, el Museo del Ejército está colaborando con el proyecto de la Fundación Juanelo Turriano, que montará una muestra temporal de maquetas el próximo año en el Centro Conde Duque y ha solicitado cuatro de ellas. Ambas partes han llegado al acuerdo que la fundación se hará cargo de la restauración de estas piezas a cambio del préstamo.
Uniformidad y simbología. El departamento también está avanzando a gran velocidad en la investigación y puesta a punto del material en los últimos meses. Se están restaurando las últimas dos banderas pendientes de un conjunto de seis a cargo del proyecto anual firmado con la Fundación del Banco Santander para la restauración de un conjunto de banderas históricas a través de una subvención. El museo cuenta con una colección de cerca de 4.000 banderas, y la mayor parte aún no están restauradas. Este año también se repetirá la operación con más banderas y algún uniforme.
Hay que priorizar e intervenir en las que estén «en peor estado», sostiene Beatriz Jiménez. En la mayoría de las banderas figuran bordados, pero también hay un pequeño grupo con pintura sobre tela, ya sea al óleo o con base de agua. El departamento inició poco antes de que irrumpiera la pandemia un trabajo de investigación y revisión a fondo de las distintas colecciones y se ha encontrado con un patrón repetido en las telas pintadas, un 15% de las banderas del museo, ya que suele coincidir con nuevas unidades y regimientos y la necesidad de que se materializasen con rapidez.
Además, el departamento ha estado analizando la posibilidad de reconstruir de manera virtual las banderas que estén en peor estado de conservación para contar con una aproximación más real.
En paralelo, este área también ha comenzado a catalogar «una enorme» colección de medallas conmemorativas, una parte permanece expuesta en la sala Romero Ortiz, para ampliar la información y estudiar su estado de conservación. «La idea es ir rotando las piezas para garantizar su buen estado», algo obligatorio en el textil, insiste Jiménez.
bellas artes. El departamento que dirige María López ha rentabilizado las jornadas en los periodos de inactividad del museo. El personal se está volcando en la recuperación y restauración de una colección de fotografías históricas, a través de la limpieza de positivados, de la realeza. «Son fotos muy bonitas y de estudio de Alfonso XII, Alfonso XIII, María Cristina y María Eugenia», explica la responsable, muy contenta con el curso de la iniciativa.
«La colección de fotografías del Museo del Ejército es muy singular, especial y espectacular», apunta. Calcula que el 76% de los fondos de Bellas Artes son fotografías históricas. López pudo investigar muchas horas durante el confinamiento gracias al archivo digitalizado para encuadrar colecciones, añadir información, relacionar personajes y plantear nuevos proyectos a nivel fotográfico, pero también pictórico, de los que se ocupará en los próximos meses a pleno rendimiento desde esa trastienda de este imponente museo.