Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Un día importante

02/05/2024

Son las siete de la mañana. El reloj marca el mismo número que él repetirá dentro de muy pocos días cuando le pregunten por los años que cumple. Tiene mucho sueño, ¿cómo no va a tenerlo si abre un ojo y ve que todavía es de noche? Además, es fiesta y no tiene que ir al colegio. Entonces, ¿por qué madruga?  Lo hace porque tiene una cita importante en Almagro: un torneo de fútbol.
La mamá lo despierta con la misma dulzura de cada día, y con mucho cuidado para que la hermana no interrumpa sus sueños. Casi susurrando, le recuerda que tiene que ir a la competición. En su rostro se perfila una media sonrisa y el esfuerzo para intentar despegar sus párpados, pero aún cuesta, no sólo por las ganas de seguir durmiendo, sino porque la luz de la habitación es demasiado potente. Su equipamiento de fútbol está preparado en la silla desde la noche anterior, cuando comprobó que no faltaba nada antes de meterse en la cama. Su pantalón corto y su camiseta roja, en cuya espalda se puede leer el número 10, las calcetas negras y sus zapatillas blancas con algún detalle rojizo simbolizan las ganas, la ilusión.  Su equipo es el EFFB Ciudad Real.
Se duchó la noche anterior para ganar tiempo al tiempo. Al desprenderse del edredón, nota el frío con el que le hemos dado la bienvenida a mayo, pero nada importa cuando se tiene algo importante entre las manos. Y este pequeño, lo tiene. Sale corriendo al baño y vuelve junto a su mamá a la que, ahora sí, abraza con los ojos bien abiertos y ya sin parar de hablar le cuenta que va a ver a sus amigos, que, en ese mismo instante, se estarán preparando como él. Ellos y los niños que juegan en el Carrión, en el Santo Tomás y en el EDM El Carmen de Daimiel.
La emoción es más grande que el frío, que el madrugón, que el ser un día de fiesta… y hasta que su Nitendo y los videojuegos. Por eso, se toma el desayuno y le pide a su papá que se dé prisa para no llegar tarde. 
Verlos salir al campo de juego es ya un premio, un orgullo para los espectadores, papás y mamás que disfrutan, también sufren a veces, tanto como sus hijos. Tan pequeños y creyéndose tan grandes.
Llegó el fin de la jornada. Su equipo no ha sido el mejor, pero habrá otras ocasiones. Lo han pasado bien y por el hecho de haber participado todos los niños han recibido su medalla.  Para él, la primera. Y al recibirla, sale corriendo hacia su papá, que con el móvil lo graba para no olvidar el momento. Entonces, el niño, visiblemente feliz, coge su medalla y la muerde, como siempre hace el tenista Rafa Nadal con sus trofeos, quien, por cierto, anunció en la pista Manolo Santana que llegó el momento de despedirse de Madrid.  En estos tiempos que corren, ¡menos mal que aún no quedan los grandes y pequeños deportistas!