Con puntualidad suiza, la Hermandad del Santísimo Cristo del Ecce Homo salía del guardapasos de la calle Quevedo a las siete de la tarde y permitía a Pilatos volver a 'lavarse las manos' un año más. La imagen del niño Jesús, portado por una docena de niños de 14 a 18 años y antecedida por largas filas de pequeños penitentes, abría paso al misterio de la Presentación de Jesús al Pueblo, un paso que va portado a dos hombros y se revela como el único que nunca ha sido llevado a ruedas.
El estandarte guió la banda infantil (clara muestra de que el futuro de esta corporación está garantizado) de tambores y cornetas y, con el paso principal, dos tambores se encargaron de marcar el ritmo de los portadores.

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