«Cierro los ojos y siento el olor a castañas asadas»

J.M.Beldad
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Desde Eindhoven, donde trabaja en alta tecnología, Miriam del Hoyo no pierde la conexión con sus raíces en Ciudad Real ni con las tradiciones que la acompañan desde niña

«Cierro los ojos y siento el olor a castañas asadas» - Foto: Tomás Fernández de Moya

«Para mí, las Navidades son sagradas. Siempre vuelvo a casa en tres momentos del año: Semana Santa, verano y, por supuesto, Navidad», cuenta Miriam, con una sonrisa con la emoción del reencuentro. La Navidad, esa ancla emocional que nos invita a volver a casa, tiene para Miriam del Hoyo un significado especial. Con 32 años y una década viviendo fuera de España, Miriam ha hecho de esta época un ritual imprescindible: reencontrarse con su familia y amigos en Ciudad Real, su tierra natal. Aunque lleva ocho años establecida en Eindhoven, Países Bajos, nunca ha dejado de regresar por estas fechas. De hecho, no ha permitido quebrar esta rutina ni siquiera en los momentos más complicados, como durante la pandemia.

Miriam salió de Ciudad Real hace casi una década tras completar su grado y máster en Ingeniería Química en la Universidad de Castilla-La Mancha. Su curiosidad y ganas de conocer el mundo la llevaron primero a Polonia y luego a Países Bajos, donde realizó un doctorado en la Universidad Técnica de Eindhoven. Esa experiencia marcó el inicio de una nueva vida lejos de España, en un entorno multicultural donde se ha sentido cómoda y realizada profesionalmente. Sin embargo, la conexión con su tierra y su gente nunca ha desaparecido. Cada Navidad, Miriam regresa con la seguridad de que el tiempo, aunque pase, no afecta a los lazos que la unen a su ciudad y a su gente. «Siempre encuentro un hueco para quedar con mis amigas de toda la vida, aunque muchas veces sólo nos veamos cuando yo vuelvo», explica. Para ella, Ciudad Real sigue siendo un «lugar seguro», donde las calles, aunque cambien, conservan una esencia inmutable: «Es mi hogar, me voy fijando en las cosas que cambian, pero me siento en casa».

Una de sus tradiciones favoritas es poner el árbol de Navidad y el Belén en familia, acompañados de villancicos. Además, no falta el viaje familiar para ver las luces navideñas de alguna ciudad cercana, ni la asistencia a la cabalgata de Reyes, culminada con un chocolate con churros. «Es un momento que resume todo lo que significa la Navidad para mí: familia, magia e ilusiones compartidas», afirma.

«Cierro los ojos y siento el olor a castañas asadas»«Cierro los ojos y siento el olor a castañas asadas» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Vivir en Países Bajos le ha brindado a Miriam una visión amplia y enriquecedora de las costumbres y tradiciones de otros lugares. Allí, la Navidad tiene un sabor diferente: es breve, pero intensa. «Allí celebran dos días de Navidad: uno para la familia y otro para la familia política. Es curioso comparado con España, donde el espíritu navideño dura semanas», reflexiona. También destaca la figura de Sinterklaas, que llega a principios de diciembre desde España, reminiscencias de los tiempos del Imperio español que marcan la tradición holandesa. «Siempre me hace gracia pensar que para ellos, España es como el Polo Norte de Papá Noel», comenta entre risas.

A pesar de haberse integrado plenamente en su vida fuera, Miriam reconoce que los años han traído algunos cambios en su forma de relacionarse con España. «Al principio, no tenía choques culturales cuando volvía, pero ahora sí. Por ejemplo, en Holanda la gente es muy directa, y a veces noto que tengo que ajustar mi forma de comunicarme cuando estoy aquí», explica. Para ella, la Navidad también es un conjunto de olores, sonidos e imágenes que evocan recuerdos que siempre tiene presentes. El olor de las castañas asadas en la plaza Mayor, el sonido de los villancicos y la imagen del tiovivo iluminado la transportan a una época de inocencia y alegría: «Cierro los ojos y me lo imagino todo». Es en esos detalles donde ella dice encontrar la Navidad.

Su visión de esta fiesta está profundamente ligada a su identidad como ciudadrealeña, algo que lleva a gala donde quiera que vaya. «Cada vez que vuelvo, reafirmo mis raíces. Me encanta participar en las tradiciones locales, desde la Pandorga hasta los mercados navideños, pasando por la Semana Santa, que me gusta mucho. Son cosas que no cambiaría por nada», asegura. A modo de detalle, asegura que cuando llega su madre le tiene la nevera llena de todo lo que le gusta: «Y me llevo la maleta llena de comida». 

Este año, Miriam vuelve a casa con la misma ilusión de siempre. Aunque el ajetreo laboral le ha dejado poco tiempo para asimilar la llegada de las fiestas, tiene claro su objetivo: disfrutar cada instante con su familia y amigos. «A los Reyes Magos sólo les pido poder seguir volviendo todos los años. No importa lo lejos que esté, Ciudad Real siempre será mi hogar», dice emocionada.