Como queda dicho en el refranero, «ante el vicio de pedir, la virtud de no dar». Pero no hay que desistir, hasta que suene la flauta.
Que el rey Felipe VI no tenga que volver a insistir en el próximo mensaje de Navidad de 2025 en la demanda de tranquilidad, consenso y acuerdos.
Que Pedro Sánchez abandone la huida hacia adelante y convoque elecciones.
Que la clase política llegue a pactos de Estado, para recuperar la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas.
Que el presidente del Gobierno deje de culpar a los medios de comunicación, a la justicia y a la derecha (sin incluir a Puigdemont y el PNV) de los casos de corrupción que afectan a su gobierno.
Que gobierno y oposición dejen de insultarse entre sí, mientras los problemas más serios de nuestro país se van agudizando.
Que la agenda política de 2025 no venga marcada por más escándalos y casos de corrupción, sino por el cumplimiento de los compromisos sobre vivienda, educación y sanidad, por poner sólo tres ejemplos.
Que los políticos tomen conciencia de que los intereses generales tienen que prevalecer sobre sus ambiciones políticas y personales.
Que los jueces puedan realizar su trabajo en paz, sin las presiones y las interferencias de los políticos, que sólo aplauden sus sentencias cuando les favorecen.
Que el Gobierno ponga el foco en cuestiones de calado, sin quemarse en campañas contra Isabel Díaz Ayuso, pues sólo sirven para mostrar su debilidad y reforzar el liderazgo de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Que Isabel Díaz Ayuso ponga el foco en el ejercicio de sus competencias regionales y no insista tanto en las descalificaciones a Pedro Sánchez. De lo contrario, podría pensarse que Feijóo es un blandengue, incapaz de hacerlo.
Que Carles Puigdemont deje de utilizar a sus siete diputados nacionales para secuestrar la voluntad del Gobierno y poner en peligro la igualdad de los españoles recogida en la Constitución Española, contra la que intentó dar un golpe de Estado en octubre de 2017.
Que Feijóo explique cómo puede acusar a Puigdemont de delincuente y criticar al Gobierno de Sánchez por amnistiarle, mientras busca acuerdos con el susodicho 'fugado del maletero'.
Que las desavenencias sobre el proyecto final del AVE Madrid-Lisboa no retrasen todavía más una comunicación tan necesaria y hagan descarrilar las ilusiones de los ciudadanos castellanomanchegos y extremeños.
Que los jóvenes españoles puedan acceder algún día a las viviendas que siguen sin construirse y que sus trabajos les permitan vivir dignamente.
Que los damnificados de la Dana - en Valencia, Albacete y Cuenca – reciban cuanto antes las ayudas y subvenciones prometidas, sin dejarles abandonados a su suerte, como ha venido ocurriendo en otras catástrofes naturales.
Que Carlos Mazón se vaya cuanto antes a su casa.
Que Pedro Sánchez encuentre un hueco en la agenda para visitar los pueblos de Valencia destrozados por la Dana, a ser posible acompañado por la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Rivero.
Que se abra de una vez por todas el Parador de Molina de Aragón (Guadalajara), prometido por José María Barreda en el verano de 2005, que no pudo inaugurarse casi 25 años después por las numerosas goteras.
Que dejen ya de remover el pasado y se olviden de Franco, que murió hace ya 50 años. En lugar de resucitarlo con efemérides, mejor sería mirar al futuro y felicitarnos por el milagro de la democracia.
Que el Madrid gane la Champions por decimosexta vez, uno de los pocos deseos que suele cumplirse inevitablemente en la última década.