Las emociones de una fiesta que busca ser de interés nacional

D.A.F.
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La ofrenda a la Virgen del Prado con una participación masiva, la proclamación del pandorgo y la dulcinea o el concurso de 'limoná' son algunos de los momentos estelares

Las emociones de una fiesta que busca ser de interés nacional - Foto: Rueda Villaverde

La fiesta de la Pandorga aspira a recibir la declaración de Interés Turístico Nacional. Para ello, sus argumentos son la intensidad con se vive la celebración en la ciudad y las numerosas visitas que se reciben durante los días 30 y 31 de julio.

De momento, cuenta desde hace años con la consideración de Fiesta de Interés Turístico Regional y hay un expediente abierto con el objetivo de conseguir el siguiente paso. El presidente de la Hermandad de Pandorgos, Agustín Cantero, recuerda que las condiciones para alcanzar el siguiente escalón pasan «por conseguir la atención de medios de comunicación nacionales y que tengan un determinado número de impactos».

Los elementos que más pueden llamar la atención fuera de la provincia son, por una parte, el apego a una tradición que se remonta a varios siglos atrás y también la peculiaridad de sus actos principales, que además se desarrollan desde poco antes del anochecer.

La jornada del 31 de julio se vive fundamentalmente en la calle, desde las 20.00 horas con el acto de proclamación del pandorgo y la dulcinea -Jesús Heredia y Gema Soto, respectivamente- en la plaza Mayor. La tarde se va cargando de intensidad, primero con la intervención del pandorgo y después con la interpretación del himno de la Pandorga a cargo de la Asociación de Amigos de Javier Segovia. Javier Naharro, uno de los históricos integrantes de esta entidad, recuerda que la primera ocasión en que subieron al escenario a cantar la composición del cantautor ciudadrealeño fue en 1994, dos años después de que el pleno municipal acordara que la canción que Javier Segovia había titulado Pandorga fuera el himno de la fiesta. 

El fin de esta intervención musical marca el inicio del desfile de la ofrenda, en el que diversas asociaciones, encabezadas por la Corporación Municipal, el pandorgo y la dulcinea, se encaminan a la Catedral para depositar sus presentes ante la Virgen del Prado. La mayor parte de los participantes acuden con trajes tradicionales, ya sea con la indumentaria de trabajo en el campo o la de vestir con importantes bordados.

Una vez en el templo, el pandorgo toma la palabra en nombre de toda la ciudad para dirigir su mensaje a la patrona, mientras los participantes en el desfile depositan sus ofrendas.

Tras la ceremonia, la fiesta se extiende por el Prado, primero con la convidá del pandorgo y, más tarde, con las actuaciones de grupos folclóricos. Después llega a la plaza Mayor, donde se organiza el baile popular a partir de la medianoche, que este año tendrá una versión más pausada en la plaza del Pilar.

El remate de la noche será ya en la madrugada del 1 de agosto, con el encendido de los toros de fuego en la calle Palma.

Pero la fiesta se vive también desde el día anterior con los actos que se desarrollan en distintos espacios de la ciudad, aunque el mayor protagonismo es para el concurso de limoná, que se realizará en la pradera del recinto ferial por segundo año consecutivo con 150 participantes. Muy cerca de allí, en el auditorio de La Granja se pondrá en marcha la zurra, donde los jóvenes se riegan literalmente de vino. Para las familias también hay una cita, en el Espacio Joven, a partir de las 19.00 horas, con el concurso de limoná sin, mientras que los adolescentes pueden encontrar su espacio en la pista municipal de La Granja, a la misma, con el mismo plan de una limoná libre de alcohol.