«Las cuevas son el mayor patrimonio de Tomelloso»

Ana Pobes
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José María Díaz escribe el libro 'Las cuevas: memoria de un patrimonio singular de Tomelloso', donde recoge su vivencias como el último tinajero

«Las cuevas son el mayor patrimonio de Tomelloso»

José María Díaz es el último tinajero de Tomelloso. Empezó de joven ayudando a su padre en la elaboración de tinajas en una época en la que la profesión se encontraba en su máximo esplendor y no faltaba trabajo. Allá por los años 50, recuerda, un oficial tinajero podría llegar a ganar «unas cien pesetas a la semana», era «algo más que dedicarse a las labores del campo» pero cuando empezó su padre el peón ganaba tres pesetas, una menos que el oficial.  

Se trata de una de las muchas anécdotas que recoge en su libro titulado Las cuevas: memoria de un patrimonio singular de Tomelloso y que se presentó este sábado en la Biblioteca Municipal Francisco García Pavón de la localidad, donde estuvo acompañado de amigos, familiares y autoridades como la edil de Cultura, Inés Losa. Un libro que ve la luz tras un año de «mucho trabajo» y que se animó a hacer gracias al empeño de Sonia García Soubriet, hija de Francisco García Pavón, quien «me ha ayudado en todo el proceso de elaboración» para el que ha contado también con la ayuda y el apoyo económico de la Asociación de Amigos de las Cuevas de Tomelloso.

José María Díaz es conocido en el pueblo como el tinajero. A sus 84 años, en abril cumplirá los 85, ha escrito el que es su primer libro aunque no descarta que sea el último. Una experiencia única que le ha hecho rememorar aquellos años en los que el vino hizo que Tomelloso fuera la «tercera población más grande de la provincia». Eran otros tiempos, añora, en los que las cuevas tuvieron también su importancia. «Auténticas joyas», enfatiza para recordar después que Tomelloso llegó a tener más de 2.200 cuevas, de las que hoy quedan unas 700 en las que solo en doscientas se pueden bajar a ellas y conoce todas a la perfección gracias a su labor de tinajero que ejerció hasta que se jubiló, a los 68 años. «No me he preocupado de saber el número de tinajas que he realizado en toda mi vida, pero lo que sí le puedo decir es que en capacidad de envase he podido hacer entre dos y dos millones y medio de arrobas. Una arroba equivale a 16 litros. A partir de ahí, hay que hacer cálculos», comenta con satisfacción a pocos días antes de la presentación de su libro. 

Natural de Tomelloso, asegura que el «mejor vino se hacía en las cuevas». Una elaboración que recoge también en su libro, donde tampoco faltan anécdotas y fotografías antiguas. «No me he tenido que documentar en ningún sitio, con mi experiencia y vivencias ha sido suficiente. Me sé toda la historia porque la he vivido», argumenta. «Me he recorrido todo el pueblo, bien andando, a pie o en bicicleta. Estoy muy contento», añade.

Sus años como tinajero le han llevado a saber cuando una tinaja está bien hecha. «La mayoría de tinajeros aprendieron de la mano de mi padre», rememora al tiempo que señala que en aquella época unas seis personas se dedicaban a  hacer tinajas, labor que desempeñaban también fuera de la localidad como en Andalucía. «El patrimonio mayor, y más importante que tuvo y tiene en Tomelloso fue el de las cuevas. Fue el patrimonio que más ayudó a hacer grande a Tomelloso. Era la despensa de la mayoría de los vecinos, pues era el lugar perfecto para conservar los comestibles. En las cuevas no se estropeaban», enfatiza.