La Fundación Secretariado Gitano ha organizado en Ciudad Real un nuevo curso de formación laboral que demuestra que algo está cambiando. Si hace unos años la formación se dirigía a trabajar en un almacén, de auxiliar de cocina o con un ordenador, en esta ocasión la labor se ha enfocado a estar de cara al público, a trabajar en una tienda o en un establecimiento atendido a los clientes.
El curso se incluye dentro de Aprender Trabajando, una iniciativa en la que Secretariado Gitano lleva realizando desde 2013 y que se basa en que son las alumnas, en este caso, las que eligen a qué quieren dedicarlo. «Nunca se sabe si después de las prácticas de esta puede haber una oportunidad laboral», explica Raquel Torres, la técnica de la fundación y encargada del curso de este año financiado por el Fondo social Europeo y la Fundación la Caixa. La Fundación explica que este programa logra que más de la mitad de las participantes encuentre un empleo, en los meses siguientes a la finalización del proyecto. Además, en ocasiones, estos cursos han servido para volver a las aulas a personas gitanas. De hecho, un tercio de sus participantes se han matriculado para concluir la Secundaria. Para lograr estos datos se hace una selección de las participantes y ellas son las que deciden a qué dedican su formación, en este caso a la atención al cliente. Tras 220 horas de formación en competencias básicas, digitales y emocionales, las jóvenes se encuentran en estos momentos terminando las 80 horas de prácticas, trabajando en tiendas de ropa, de zapatillas o en hoteles de la capital.
Cinco mujeres. «Estaba trabajando en los hoteles de Palma de Mallorca y cuando en el curso me dijeron en qué me gustaría trabajar, yo les dije que en un hotel», señala Rosario Maldonado, una de las gitanas en formación del curso. «Me siento orgullosa porque puedo seguir hacia adelante, no soy como las antiguas, que decían no hagas esto, no hagas lo otro» y, además, se siente arropada por sus padres en ese camino, explica.
Gitanas que dan la cara al público - Foto: Rueda Villaverde«No me imaginaba trabajando en una tienda», señala Erika Santiago, otras de las alumnas, quien ha visto que estando cara al público nadie le ha juzgado. «Pensaba que iba a ser más complicado y que iba a haber racismo», pero al empezar a trabajar nadie le había dicho nada. Santiago está casada y afirma que hay un cambio de mentalidad que aún no se ha dado a conocer en la sociedad mayoritaria, donde ha habido un empoderamiento de las mujeres gitanas jóvenes, principalmente, con el apoyo de sus parejas.
«Según van pasando los años, te va cambiando la mentalidad», explica Rocío Maya, quien había acudido con su madre a la venta ambulante y tiene cierta experiencia en la atención al público. «Me gusta estar de cara al público y hablar con la gente», señala Anaís García, otra de las participantes en el curso. Ambas realizan sus prácticas juntas en una tienda de deporte de la capital donde estarán durante uno de los periodos claves del comercio como es la Navidad.
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María Santiago tiene experiencia laboral e incluso con experiencia cara al público tras haber trabajado en un bar durante un tiempo, en Puertollano, como ayudante de cocina y alguna vez en terraza. «Soy joven, pero también tengo que hacer mi vida y no depender de un hombre», señala como parte de esa visión empoderada, en la que su idea siguiente es conseguir el carné de conducir. «Pensaba que en una tienda iban a decir no al ser gitana», explica, pero en los días de trabajo se ha dado cuenta de que a los clientes les da igual, «quizás no se le nota», indica, aunque piensa, que tal vez no hay tanto racismo como ella creía antes de empezar su tarea.