No he estado de acuerdo en muchas de las decisiones de Felipe González cuando estuvo en el poder, y es evidente que el partido socialista de entonces cometió muchos errores, tantos que la directora general del BOE fue imputada por prevaricación como lo fueron el director general de seguridad, el de la Guardia Civil Sr. Roldan, -en mi retina sale una foto en calzoncillos en una supuesta orgía-, un ministro, Barrionuevo, y otros muchos que fueron acusados de corrupción.
Felipe y los que fueron condenados por lo del GAL o por corrupción acataron las resoluciones de los jueces sin pestañear. Eso fue un alarde del pensar democrático que tenía D. Felipe en lo más hondo de sus convicciones. Tampoco estuve de acuerdo con él cuando en una entrevista a El País manifestó que podía haberle puesto una bomba a la cúpula de ETA y no lo hizo. El reproche iba porque un presidente de un país democrático no se podía plantear usar otra vía distinta para acabar con el terrorismo que el Boletín Oficial, lo otro siempre se vuelve contra uno, y de hecho el GAL fue utilizado de argumento por los etarras alegando que había una guerra entre el Estado español y los independentistas vascos. La cuestión se acabó cuando llegó Aznar y usando el Boletín Oficial convirtió en terrorismo lo que entonces era Kale Borroka, culminó la dispersión de los presos etarras, cerró El Eguín y por las vías democráticas calificó a Erri Batasuna como partido terrorista, y no solo aquí sino en Europa, así como otras medidas todas a través del Estado de Derecho que convirtieron a ETA en algo inútil, ya que se quedaron sin financiación, sin concejales, etc.
Pero con independencia de aquellos errores de bulto, cuando llegaron las elecciones de 1996 el PP ganó solo por una diferencia del 1,16% de los votos, y Felipe se consideró derrotado. Ni siquiera intentó convencer a Pujol o al PNV para que le apoyase, ni siquiera al PC, y mucho menos a los terroristas.
D. Felipe entendió la derrota, entregó el poder al PP y no solo eso sino que se retiró de la política. Sin duda fue el mejor político que hemos tenido desde la transición, y como llegó al poder recién terminado el franquismo, aún a pesar de que podía haber intentado imputar a muchos jueces y policías que habían actuado metiendo en la cárcel a muchos militantes de izquierda no lo hizo. Borrón y cuenta nueva, dijo. Sin embargo desde Zapatero, y ahora, sufrimos las consecuencias de dos formas de pensar diferente en la cúpula del Partido Socialista, que no por sus votantes. Nos estamos aliando con terroristas, estamos limpiándonos el c.. con las sentencias judiciales, aceptamos el chantaje de los separatistas a los que pagamos con dinero y con honores … y todo contra la opinión de casi el 80% de los votantes, que aunque consideran lógico el apoyo de otros partidos, en modo alguno aceptan que nos aliemos con los que quieren no ser españoles muchos de ellos delincuentes. A pesar de todo ¡Feliz año!