Al igual que muchos ciudadrealeños aprovechan sus vacaciones de verano para refrescarse en playas de Valencia, para disfrutar de la variada oferta cultural de Madrid o para hacer el Camino de Santiago, también hay valencianos, madrileños y gallegos, por poner ejemplos concretos, que emplean sus días de descanso para visitar la provincia, de lo que ha sido testigo directo La Tribuna. Y esto es posible gracias a los muchos atractivos turísticos que oferta Ciudad Real, aunque nadie puede negar que el reclamo estrella de esta época del año es el poder darse un refrescante baño y disfrutar del paisaje en el Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera. Estos 16 remansos de agua encadenados por arroyos, saltos y cascadas constituyen un precioso oasis azul en medio de su reseco y amarillento entorno, desafiando a la sequía con húmedas estampas de corrientes y saltos de agua que hacen las delicias de las miles de personas que lo visitan cada día.
Después de un mes de julio más discreto en afluencia, los niveles de ocupación en agosto están siendo casi plenos, con turistas que llegan procedentes de diferentes puntos del país. Algunos lo hacen por primera vez, pero otros muchos repiten después de disfrutar antes de la singular experiencia de darse un chapuzón en la génesis del río Guadiana, de practicar algún deporte náutico o comer o pernoctar en algunos de sus múltiples establecimientos hosteleros de la zona.
Amparo, natural de un pueblo de Valencia, conoció Las Lagunas de Ruidera hace más de 20 años. Las visitó cuando Alberto era apenas un niño y no ha dudado en volver a este enclave, junto a su ya crecido hijo, su hermana y sus dos sobrinas. «Entonces me encantó y por eso hemos repetido», confiesa. «Yo no me acuerdo cuando vine de niño y me está gustando mucho. El paisaje es espectacular y el agua está limpia y clara», afirma Alberto, ahora con 31 años, mientras comía en la laguna de Santos Morcillo junto a su familia, con la que llegaba por la mañana en coche, para volver por la tarde-noche. «La próxima vez vendremos a quedarnos algunos días para poder conocer bien toda la zona, porque la verdad es que merece mucho la pena», se planteaban madre, hijo y demás familia.
De Torrejón de la Calzada (Madrid) llegaba Elena, una estudiante de 16 años sorprendida por «el paisaje y la calidad del baño», en una experiencia que le gustaría repetir, aunque la próxima vez promete hacerlo con escarpines o cangrejeras para protegerse los pies:«Me lo advirtieron pero no hice caso».
Una familia de Valencia repone fuerzas en la zona de baño de la laguna de Santos Morcillo. - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn una de las parcelas de la playa de la Laguna del Rey descansaban Desirée y Patricia, dos amigas que trabajan en Madrid aunque son originarias de Toledo y Guadalajara, respectivamente. Estaban buscando con el móvil dónde poder pasar unos días de descanso y, casi por casualidad, aparecieron unas fotografías de Las Lagunas en Instagram, y no se lo pensaron. Reservaron un hotel en Tomelloso y pasaban el fin de semana disfrutando del sol y un refrescante baño en la provincia de Ciudad Real. «Es la primera vez que venimos y la verdad es que nos está gustando mucho, tanto el baño como todo el paisaje, que es espectacular», decía Desirée mientras asentía Patricia.
Control de aforos y distancia social
La gran novedad de esta temporada de baño en Las Lagunas de Ruidera son las medidas para minimizar el riesgo de contagio por COVID-19. El parcelamiento con encintado de la playa de la Laguna del Rey o el control de aforo en otras zonas de baño perimetradas mantiene a los visitantes respetando la distancia de seguridad necesaria para poder disfrutar del descanso sin peligro.
Además de la existencia de controladores en las entradas de las áreas cerradas, es habitual que patrullas de la Guardia Civil o de seguridad privada visiten las playas para comprobar que todo el mundo respeta las normas.
En los accesos a las zonas de baño se pide como pago voluntario un euro por visitante, que se destinará a sufragar el coste de la limpieza y de los propios controladores. «Por lo general la gente es solidaria, responde bien y paga ese euro, aunque hay excepciones», dice Rosa Cruz, una vecina de Ossa de Montiel que ejerce de controladora en la zona de baño de la laguna de Santos Morcillo. Su misión, además de estar a disposición de cualquier necesidad de los bañistas, es estar pendiente de que no se supere el aforo, en su caso de 440 personas. «Cuando se completa no dejamos pasar hasta que sale gente. Me da pena porque hay turistas que vienen desde muy lejos y les tenemos que decir que no pueden entrar al estar completo el aforo», explica.
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Esta semana comenzará con la llegada de nuevos visitantes, dispuestos a disfrutar de unos días en Las Lagunas que a buen seguro recordarán con una sonrisa en la cara.