Juan Carlos Naranjo (1954-2014) fue uno de esos hombres que marcan época por la forma que tienen de pasar por la vida las personalidades arrolladoras: pisando fuerte. Capataz, costalero y figura esencial en la transformación de la Semana Santa de Ciudad Real, dejó una patina que todavía se siente bajo los pasos que recorren las calles cada primavera. Rara es la conversación o tertulia entre la gente de abajo en la que no sale su nombre.
Y es que ese nombre está ligado al surgimiento de las primeras cuadrillas de hermanos costaleros no asalariados en la ciudad. Su hijo, Ernesto Naranjo, costalero y capataz algunos años, recuerda cómo esta revolución comenzó en torno a 1970, cuando un grupo de jóvenes con vínculos en la Universidad, entre ellos Marcelino y José María Abenza, decidieron rescatar el paso de misterio del Ecce-Homo, de la Hermandad de Pilatos. "No eran costaleros, aunque así lo ponía en sus camisetas, eran portadores", explica Ernesto, que añade, respecto al característico andar de este paso que lo que hoy se ve como una seña de identidad "fue al principio una imitación inocente, casi infantil, de lo que creían que era llevar un paso", recuerda que le contaba su padre.
Es más, cuando llega el paso de misterio de Pilatos a Ciudad Real, "las trabajaderas vienen para llevarlo a Costal". Entonces ellos, según Naranjo, dicen que no, "que se han equivocado y en vez de ir en horizontal, tienen que ir en vertical". Es esa cuadrilla el germen de la primera cuadrilla de costaleros propiamente dicho, que se tiran un costal, que llegará en 1981 en el palio de Nuestra Señora de la Soledad de San Pedro. Y ahí irá Juan Carlos Naranjo: "Es la primera cuadrilla de aficionados costaleros, porque no eran hermanos, eran la juntiña de amigos que les gustaba ese mundo", detalla su hijo, que añade que no recuerda el año, pero que su padre "llegó a mandar el paso de Pilatos".
Diversos años de la cuadrilla de costaleros de María Santísima del Consuelo - Foto: Hermandad de la FlagelaciónEn aquellos años, Juan Carlos Naranjo empieza a implicarse directamente con las cuadrillas, primero como costalero y poco después como capataz. El cambio más profundo vendría cuando llega el año 1987, y cree Ernesto Naranjo que "es el primer año que bajan a Sevilla, que bajan el Lunes Santo", descubren el libro Folklore de las Cofradías de Sevilla, de Antonio Burgos, "y ahí descubren varias cosas".
A partir de ahí, la cuadrilla del paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores del Ave María, de la que Juan Carlos Naranjo todavía es costalero -y lo sería hasta 1990-, se lanza a fabricar sus propios costales, "que parecían unas toallas azules marino y celestes, morcillas improvisadas con mechas y cinta aislante", y mucha voluntad. "Con eso consiguen hacer los primeros costales que algunos todavía guardan", recuerda Ernesto. Esto deriva en los costales que hacía Alfredo Muñoz, según cuenta él, en la sastrería que tenía en la calle Toledo, "y esos ya eran con arpillera, porque van tomando nota y viendo cómo se hacían las cosas".
El legado de Juan Carlos va más allá de lo anecdótico. Entre 1991 y 1998 se puso al frente del paso de palio de María Santísima del Consuelo, de la Hermandad de la Flagelación, una cofradía que, según su hijo, "revitalizó la Semana Santa de Ciudad Real". Bajo sus órdenes pasaron costaleros que luego serían capataces como Magdaleno León, Fran Muñoz, Alberto Donaire, Juan Luis Huertas, José María Pastor o el propio Ernesto, que lo acompañó de niño en los ensayos, aprendiendo el oficio. "Debuté con él en 2008. Tocamos el martillo juntos durante dos años. Para mí fue como hacer una tesis con mi padre", comenta emocionado.
Diversos años de la cuadrilla de costaleros de María Santísima del Consuelo - Foto: Hermandad de la FlagelaciónDespués vinieron otros pasos en los que llevó el terno negro: las Angustias (1997-1999), el Prendimiento (2000-2004) y el Santísimo Cristo de la Caridad entre 2004 y 2009. Incluso fue capataz del Cristo de la Piedad de Miguelturra, aunque las lluvias impidieron su salida ambos años. Su última estación de penitencia fue en 2009, mandando el paso de misterio de la lanzada de Longinos, como se conoce a la Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad: "Se retiró a las plantas de la Virgen del Prado", relata su hijo.
Juan Carlos Naranjo fue algo más que un capataz; fue un impulsor de la evolución costalera en una ciudad que, según Ernesto, veía como su Semana Santa "estaba condenada a extinguirse porque no evolucionaba". Supo leer los tiempos, integrar nuevas formas de trabajar los pasos y formar generaciones enteras. "Lo que hizo mi padre, junto a otros, fue darle un hálito de esperanza a una Semana Santa anquilosada. Sin esa transformación, muchas hermandades no serían hoy lo que son", asegura.
Más fotos:
Diversos años de la cuadrilla de costaleros de María Santísima del Consuelo - Foto: Hermandad de la Flagelación
Juan Carlos Naranjo delante del paso del Santísimo Cristo de la Caridad - Foto: LT
Su figura es, para muchos, inseparable del resurgir cofrade en Ciudad Real. Desde su lugar al frente de los pasos contribuyó como pocos a escribir una nueva etapa en la historia de la Semana Santa local. Y todavía hoy, cuando chavales de 17, 18, 20 o 22 años se encuentran en una tertulia costalera con sus mayores se sigue escuchando aquello de: "En tiempos de Juan Carlos…".