La población ciudadrealeña sigue haciéndose mayor. Los cerca de 500.000 habitantes que residen en la provincia tenían, el año pasado, una edad media de 44,75 años, la más alta que se registra desde que el Instituto Nacional de Estadística, el INE, anota esta cifra, que ha crecido, y mucho, en los últimos tiempos. Hace una década, los ciudadrealeños eran casi tres años más jóvenes; al empezar el siglo, tenían cinco años menos de media y si se compara con la población que vivía aquí al acabar la década de los años 70 del pasado siglo, los ciudadrealeños, eran, de media, diez años más jóvenes que los ciudadrealeños de 2023. La edad mediana, la que parte a la provincia por la mitad, está ya en los 46 años. La mitad justa de los ciudadrealeños pasa de esa edad. Otro récord. Hace una década ese punto se encontraba en los 41 años, lo que deja a Ciudad Real entre las 25 provincias más envejecidas del país, con el índice de envejecimiento más alto. Zamora es la más afectada por este fenómeno demográfico.
Y todo eso tiene una primera consecuencia. Cada vez hay más personas mayores a las que cuidar. Eso lo mide la tasa de dependencia entre mayores de 65 años que también actualizó ayer el INE. En 2023, ese indicador alcanzó una cifra que nunca se había dado hasta ahora, rozando el 33 por ciento. Eso significa que por cada 100 personas en edad laboral hay 33 mayores de 65 años. Para hacerse una idea, dos de cada diez personas que viven en Ciudad Real ha superado ya esa barrera de edad. Eso solo ha pasado en los últimos cinco años. En la capital, ese porcentaje de mayores de 65 roza el 19 por ciento.
Y eso en una provincia donde cada vez nacen menos bebés y mueren más personas. El crecimiento vegetativo de la provincia fue negativo en 90 de los 102 municipios y en tres de ellos fue cero. Murieron el mismo número de personas que nacieron. El mayor desequilibrio se da en los municipios más grandes. Puertollano está a la cabeza. En la ciudad industrial murieron más del doble de personas de las que nacieron el año pasado. Se anotaron 228 alumbramientos y 511 decesos. El crecimiento vegetativo: -283 habitantes. En segundo lugar aparece la capital, que marcó 481 nacimientos y pasó la barrera de los 600 fallecimientos. Además, también hubo un crecimiento vegetativo negativo de más de 50 personas en municipios como Tomelloso, Daimiel, Almodóvar del Campo, Almadén, Manzanares, La Solana y Valdepeñas. Donde sí creció la población teniendo en cuenta solo estos factores demográficos, sin meter en esa ecuación a los que cambiaron de residencia para ir o venir, aparecen Membrilla en primer lugar, seguida de Poblete, Pedro Muñoz y Miguelturra. Las diferencias, entre 14 y seis habitantes ganados.
movimientos migratorios. Cuando entra en juego el peso de los movimientos migratorios, el saldo cambia en la provincia. Por cada mil habitantes, Ciudad Real ganó dos en el año 2022, rompiendo una racha de una década perdiendo vecinos. El peor año, 2017. Por cada 1.000 personas que vivían en la provincia se perdían una decena. En el año 2007 se ganaban una veintena de residentes. Y eso se debe a los inmigrantes. Al menos, desde 2008, Ciudad Real no ganaba tantos vecinos gracias a los que llegaban de fuera.
Menos niños, sin hermanos y de madres treintañeras
Aunque 2024 pone fin, hasta septiembre, a la caída del número de nacimientos, el pasado 2023 marcó el mínimo de alumbramientos en la provincia desde que se apuntan estos datos, desde 1975. Fueron 3.223 partos, casi 1.400 menos que hace una década y la mitad de los registrados en 1984. Nacimientos que se producen en familias que nada tienen que ver con las de esos años. Casi la mitad de las mujeres que fueron madres en 2023 fueron de parejas que no estaban casadas. Más de 1.700 bebés nacieron de madres casadas y 1.400 de madres no casadas. En 1975 estas últimas eran solo 52. Y esas mamás vuelven a ser más mayores. Las treintañeras son una mayoría aplastante en los grupos de edad, con 143 nacimientos por cada mil mujeres. La tasa de fecundidad entre las ciudadrealeñas de 40 a 44 está cada vez más cerca de las de 20 a 24. De esta forma, las ciudadrealeñas suelen tener su primer hijo ya pasados los 31 años, la edad más alta que marca el INE en toda la serie histórica. En 1975 se estrenaban en la maternidad con 25 años. Y esos hijos llegan al mundo, en la mitad de los casos, sin hermanos. El 49% de los partos del año pasado fueron de primeros hijos.