La Audiencia Provincial de Ciudad Real ha condenado a O. R. H. M. a una pena de 11 años de prisión por abusar sexualmente de forma continuada de la sobrina de su pareja, una niña que cuando empezaron los abusos tenía solo siete años.
Según relata la sentencia a la que ha tenido acceso La Tribuna, el condenado, desde 2016, aprovechando la relación de confianza y cariño que surgió con su sobrina política, y la confianza que tenía de sus padres y del resto de la familia, a los que visitaban regularmente, cada quince días o cada mes, con el paso de los años, aprovechó para mantener contacto sexual con la menor. Según la sentencia, las agresiones se producían cuando el acusado venía a la provincia de Ciudad Real, aprovechando para quedarse «muy habitualmente con su hija y sus sobrinos menores, buscando la soledad o intimidad» con la niña y buscando enmarcar el conjunto delictivo en un mejor juego entre tío y sobrina, donde esta se viese particularmente estimada sobre el resto de los menores. Un «ritual» que comenzó con insinuaciones a la niña de si sabía cómo se hacía el amor o mostrándole vídeos de contenido pornográficos, dándole besos y manteniendo una relación que se ha considerado por el Tribunal como «cuasi sentimental, en la que la menor se sentía partícipe de una especie de juego y especial por haber sido objeto de atención de su tío».
Igualmente, en otra ocasión la realizó fotos con ropa interior que le regalaba o desnuda, y «en constante progresión», la realizó tocamientos, llegó a pedir que le realizara una felación, intentando incluso una penetración sexual. «No eran actos aislados, autónomos, sino parte integrante de la misma unidad, de la misma acción, de la misma intención en cada momento», explica la sentencia.
Los abusos fueron denunciados cuando O. R. H. M. amenazó a la menor con que guardara silencio porque podía ir a la cárcel si contaba lo sucedido, tras haber sido denunciado por abusar de otra sobrina suya, también menor de edad, en este caso en Fuenlabrada, en Madrid, en junio de 2020. Ambas compartieron su experiencia y posteriormente, con su propia madre, para finalmente relatar por escrito lo que había sufrido.
La sentencia incluye también una pena de cinco años de libertad vigilada para el condenado a cumplir con posterioridad a la pena privativa de libertad y la prohibición de comunicación y acercarse a la víctima a una distancia inferior de 200 metros por tiempo de 14 años.
La Fiscalía solicitaba una pena de 11 años y medio y la acusación particular, ejercida por el abogado Rodrigo García, 18 años por los abusos y exhibición de material pornográfico.