Tras las vacaciones de Navidad llega el momento de volver a las aulas y con ello los temidos exámenes que caracterizan el mes de enero en la Universidad. Consciente de ello, la Biblioteca de la UCLM, ubicada en el campus ciudadrealeño, ha reforzado su servicio y se ha mantenido abierta durante el periodo navideño de 8.30 horas a 1.00 horas de la madrugada, salvo los días 25 de diciembre y 1 de enero, que no abrió, mientras que ahora el horario de apertura es de 8.30 hasta las seis de la mañana. Es decir, los alumnos que lo deseen pueden estudiar hasta el amanecer en estas instalaciones.
Y de hecho son muchos los que lo hacen. Las instalaciones de la biblioteca registran estos días una gran afluencia de alumnos. Así lo indicó su directora, María Luisa Rincón, a La Tribuna. «Hay momentos en los que estamos casi al 100% de ocupación», teniendo en cuenta que la biblioteca de la UCLM cuenta con unos mil puestos de lectura.
«Estamos en cifras de ocupación muy cercanas a antes de la pandemia», dijo Rincón, recordando la incidencia que tuvo el paso del coronavirus y que el uso de estas instalaciones se ha ido normalizando. La previsión con la que trabaja es que este horario reforzado se mantenga hasta el 25 de enero, celebración de Santo Tomás de Aquino.
Verónica Monzó. - Foto: Jesús MonroyEn lo que son «muy estrictos» en estas fechas es en garantizar que quienes acceden son estudiantes de la UCLM, que cuenten con el correspondiente carné. La directora de la biblioteca recuerda que «no es una biblioteca pública, es universitaria», y que existe una app en la que se puede comprobar, en tiempo real, si hay puestos libres o no antes de desplazarse hasta ella.
Entre los estudiantes que estos días pasan horas y horas entre apuntes se encuentra Victoria Monzó, una puertollanera que está acabando su fase formativa, con el máster de Ingeniería Química. «Vengo por el tema de la concentración, de centrarme». Cuando habló con La Tribuna, esa concentración la encontraba en una de las mesas que se ubican entre puestos de lectura y salas de estudio, en una habitación diáfana, donde está ella sola, con su ordenador y papeles en la mesa. «Vengo todos los días», afirmó, señalando que con su experiencia, sabe que la biblioteca se llena y hay que «llegar con tiempo» para tener dónde sentarse.
Mientras, una sala entera tenía el grupo de segundo del grado de Estudios Ingleses en el que estaba Marta Arroyo. Estudiando gramática, aprovechan esa aula cerrada para hacer una parte practicando el inglés hablado. «Si quieres estudiar con gente te vas a estas salas». «Ya que vienes aquí te propones centrarte más; si estás en casa, a lo mejor tienes más distracciones», indicó como motivación para ir a la biblioteca. Ha habido días que han estado doce horas, con una parada para comer, como muestra del tiempo que se pasa en este lugar.
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La biblioteca es, además, un espacio en el que compartir conocimientos para superar pruebas tan duras como el primer año de una Ingeniería. Eso lo han visto Miguel, Alejandro, Israel y Lucas, cuatro alumnos de Industriales que buscan una mesa en común en la que ayudarse con el salto que supone pasar del Bachillerato a la universidad en ciertas materias científicas. «Como hay ambiente, se estudia mejor», indicó Miguel Sánchez, quien estos días de exámenes pasa de siete a ocho horas entre libros. Un paseo por la biblioteca permite ver estos grupos desperdigados, personas en cubículos, con varias habitaciones pensadas para solo concentrarse en el papel o en el portátil y una zona que sirve de esparcimiento, la cafetería, donde los alumnos, hablan por el móvil, cogen algo de picar.