La verdad es que no era yo demasiado adepto o seguidor de la cantante albaceteña Rozalén, pero hace unos días la vi de pasada en el programa televisivo 'La Resistencia', con el presentador David Broncano, y me ganó como admirador. Aparte de por sus obvias cualidades como cantante y sus magníficas letras, que ya conocía, también por mostrarse como una magnífica embajadora de Albacete, resaltando las bondades de la ciudad y defendiéndola frente a los improperios que le lanzaba el ignorante entrevistador. «La provincia de Albacete es muy bonita, pero Albacete ciudad...», le dijo Broncano. «Uf... ¿Pero por qué haces eso?", le contestó Rozalén. «Vamos a ver, ¿tú has visto el pasaje de Lodares?». El presentador le dijo: «¿El qué?». Y ella de contestó: «¿Ves? ¿Para qué hablas de algo que no conoces?».
Rozalén tuvo que acudir al manido asunto de que «es muy cómoda para vivir», de lo cual no le falta razón. Y le soltó lo de que Albacete es la Nueva York de La Mancha, generando el general cachondeo entre el público encabezado por Broncano. «Te lo juro», dijo Rozalén, «lo dijo Azorín». Luego, un capullo que no sé cómo se llama dijo algo así como que «en Albacete te di por el ojete».
Quiero pensar que la obsesión procede, sencillamente, de una cuestión puramente fonética que invita al cachondeo. Me refiero al 'ete' de Albacete, algo así como el 'oño' de Logroño, por poner otro ejemplo, pero el caso es que desde los angostos tiempos de «una vieja y un viejo van 'pa' Albacete», no habíamos vuelto a sufrir el tradicional y general acoso de nuestros compatriotas españoles tildándonos de paletos, como esa última aportación de Broncano al imaginario colectivo sobre este supuesto rincón perdido de la España rural, donde caminamos con alpargata, viajamos en carro, vestimos de negro mulero y nos limpiamos el culo con un gasón.
Sea como sea, el asunto tiene dos lecturas. La primera, en la idea de que los idiotas son un grupo bien definido, y que la línea que separa al idiota del menso o baboso genérico puede volverse difícil de distinguir muchas veces. La segunda lectura es que, lamentablemente y a pesar de todo, las referencias habituales a la ciudad de Albacete en estos términos muestran el fracaso del esfuerzo económico y político desarrollado durante años por distintas Corporaciones municipales para intentar trasladar una imagen de modernidad y desarrollo de la ciudad de Albacete. Sea como sea, la tradicional imagen del vino, el queso, el esparto y las navajas, aunque de gran prestigio y reconocimiento mundial, prima sobre la imagen de los nuevos sectores de la industria albaceteña. No olvidemos que Albacete es hoy cabecera de una extensa área comercial que supera los 500.000 habitantes entre la provincia de Albacete y sus limítrofes.
Y no nos olvidemos de que contamos con Rozalén, esta magnífica embajadora e ilustre abogada defensora de Albacete.