Al cortarse el pie, Luis, el agente de policía nacional ciudadrealeño, acaba involucrado con Jordi, Manu y Eliana, la mujer del primero. Jordi, de Alicante, forma parte del Grupo Levante 4x4, una asociación de usuarios de coches de este tipo: «Somos unos locos de los todoterrenos», comenta. Su coche, un Jeep Laredo, lleva un remolque atrás. Con él han conseguido durante esta semana llegar donde nadie ha podido llegar. «Hemos conseguido dejarle comida a gente mayor, llevarlos a zonas seguras y montar nuevos puntos de recogida», detalla Jordi. Manu es vecino de Albal, otro pueblo afectado y colindante con Catarroja. Manu aseguraba que por su zona ya estaba mejor la cosa y que «ayudaría donde hiciera falta». En las calles de Catarroja sólo existe una especie de ley humanitaria, sentencia Jordi: «Si puedes ayudar, ayudas, y si puedes hacer más que otros, por tus condiciones o lo que sea, te dejan hacerlo».
Eliana, sentada en el asiento del copiloto, es la encargada de ir gestionando todo, desde llamadas, direcciones, listas con encargos para centros de recogida o domicilios particulares. Luis aprovecha su situación de autoridad para conversar con otros agentes de la autoridad y negociar pasos por sitios restringidos. Todo son buenas caras en cuanto ven llegar el todoterreno. «Estos coches hacen mucha falta, somos los tanques que no están», dice Jordi.
Entra una llamada del CEIP Vil-La-Romana requiriendo abastecimientos. Jordi monta a todos en el coche y se dirige al CEIP Jaume I y al pabellón Florida para cargar. Los coordinadores ya lo conocen. Entre unos cuantos cargan el Laredo y ponen rumbo al colegio: «A ver, ¿quién manda aquí? Estoy a lo que necesite», exclama Jordi al entrar al colegio. Verónica, la persona con mando en plaza, ordena a todos subir los cargamentos a la primera planta. Una vez abastecido el colegio, entra otra llamada. Una mujer quiere montar un punto de recogida en la avenida de Murcia, enclavada en la zona más afectada: «Vamos para allá cagando leches», apremia Manu. Al llegar, todos ven que el agua en su local ha llegado a más de dos metros de altura, aunque ya está relativamente limpio. Luis entra a una sede de Hacienda para sacar mesas y limpiarlas con la karcher que lleva Jordi. En cuestión de una hora, y gracias al 4x4, Catarroja tiene otro punto de recogida. María Jesús, la dueña del local, se queda mirando y medio llorando dice: «Sois mi equipo favorito».