En el Hotel Intercontinental de Madrid, junto al Paseo de la Castellana, le saludan con afecto los empleados. Es su centro de operaciones – también intercontinentales –, cuando viaja a la capital de España. De gran envergadura y tez morena, a este hijo de panaderos nadie le ha regalado nada. Ha trabajado desde niño, repartiendo el pan con una bicicleta por Albacete, y siguiendo el consejo que tanto le repetía su padre: haz lo que sea, pero hazlo mejor que nadie.
Con ese afán de superación y la ilusión de trabajar en la radio, se presentó con 16 años en la emisora de Radio Juventud. «La primera oportunidad me la dio Manuel Montoliu Izquierdo. También me ayudaron mucho en mis comienzos mi buen amigo Alfonso y Eduardo Cantos, que en paz descanse. Ahora todo es maravilloso, pero cuando yo empecé había que barrer la emisora, archivar los discos y hacer de chico de los recados. Para darme ánimos, Eduardo me decía: 'algún día escribirás páginas importantes de la radio en España'». Pero sin correr, paso a paso.
El siguiente peldaño sería Radio Popular – emisora de la que guarda buenos recuerdos, especialmente de Paco de Aguilar – y posteriormente, en 1982, Radio Albacete, de la Cadena Ser. «Aquella era la Ser auténtica, la de Vicente Marco, Joaquín Prat y Pepe Domingo Castaño. Luego, la compró el Grupo Prisa y sufrí una persecución política absoluta, hasta que lograron echarme. Pero, no por mal profesional, sino por ser de derechas, algo que no he ocultado nunca y de lo que me siento orgulloso. Ellos me decían que cambiara de orientación o, si no, puerta. Así que les dije: pues ya nos podemos ir hacia la puerta. Fue una pena que se cargaran la Ser de Eugenio Fontán, una radio en libertad, en la que nadie te preguntaba por tu ideología. Se valoraba sólo la profesionalidad». Esa profesionalidad que le ha hecho merecedor de varias Antenas de Oro.
Ramiro López, junto a su buen amigo Luis del Olmo, en los inicios de Onda Cero. - Foto: Juan Lázaro«Me echaron de la cadena Ser cuando la compró el Grupo Prisa por ser de derechas»
Le digo que tampoco corren buenos tiempos para los aficionados a los toros, ni para los fumadores de puros, como él. Su respuesta es inmediata. «Nos quieren prohibir hasta opinar. Estamos en una sociedad woke donde todo es censurable. Si a usted no le gustan los toros, no vaya. Si a usted no le gustan los puros, no fume. Y, si a usted no le gusta el vino, pues no beba vino. Pero, oiga, déjeme a mí la libertad de elegir lo que quiera, siempre que no moleste a los demás. Hay una panda de talibanes empeñada en imponer su religión».
Está claro que no le gustan en absoluto las imposiciones, y mucho menos las prohibiciones que afectan a sus gustos y aficiones. «Estamos en una sociedad dictatorial. Si no opinas como ellos, si no eres como ellos, aunque seas un liberal de derechas, te llaman fascista. Yo tengo un amigo de izquierdas – Joaquín Sabina – al que le gustan los toros, los puros y el vino. Quienes ahora le atacan forman parte de una religión monstruosa, que es mucho peor que la censura. Rayan casi con la inquisición. O piensas como ellos o te queman en la hoguera de las redes sociales, donde cualquier imbécil puede opinar, aunque no tenga ni puta idea de nada». Para ilustrar mejor su malestar contra este tipo de cosas, trae a colación una máxima que más parece un trabalenguas: «el que no es cosa, y cosa le hacen, ¡qué cosas hace, cuando cosa le hacen!».
«En las redes sociales cualquier imbécil puede opinar, aunque no tenga ni puta idea de nada»
Después de despacharse a gusto con quienes se empeñan en reconducirle por los senderos de lo políticamente correcto, volvemos a su trayectoria profesional, condicionada por el despido de la Ser. «En octubre de 1984 monté una empresa que se llamó Índice Publicidad, desde la que organizaba las campañas de importantes compañías. También tuve negocios de hostelería, una discoteca y un Pub en la Calle Carcelén que se llamaba Pub Don Jota. La primera pantalla grande que se instaló en Albacete para ver el Mundial de Fútbol de 1982 la traje yo de París. Unos años más tarde, trabajé en el sector de publicaciones del Grupo Bertelsmann. Recuerdo que, con Rafael Escamilla de director, cogimos la revista 'Coche actual' con 45.000 ejemplares y la dejamos con 120.000. Los medios de comunicación no dejan de ser una empresa, un negocio condicionado por las ventas y la publicidad».
En la trayectoria profesional de Ramiro López se produce un punto de inflexión en 1987, cuando decide viajar a Estados Unidos por recomendación de Ángel Álvarez, director y presentador del mítico programa musical 'Vuelo 605'. El inquieto empresario albaceteño recuerda su llegada a Nueva York como si acabara de despertarse de un sueño. «Cuando, desde el Central Park, contemplé la Quinta Avenida se me quedó la misma cara que a Paco Martínez Soria al salir de la madrileña estación de Atocha. Estuve cinco minutos traspuesto y sólo se me ocurrió decir una frase: '¡Ay va la ostia!'. En ese viaje me enamoré de la cultura americana. Allí al empresario se le respeta y se le apoya. Al contrario de lo que ocurre en España, en EEUU se admira a quienes crean riqueza y hacen negocios».
«Los 'podemitas' son una panda de gandules que no han cotizado nunca»
¿Qué opinas de las críticas que recibe el empresario Amancio Ortega por parte de un sector de la izquierda española? «Le critican los podemitas, que son una panda de gandules, que no ha cotizado nunca. Amancio empezó cosiendo batas. Trabajó, arriesgó, sufrió y padeció, mientras ellos estaban de juerga o bailando muñeiras. Hay gente que no es capaz ni de saber qué quiere hacer con su vida, mientras se dedica a desacreditar a personas que han conseguido, con su esfuerzo, alcanzar unos objetivos».
En aquel primer viaje a Estados Unidos nació la idea de montar una emisora de radio en castellano en Miami, que se llamó Radio Única, con cobertura casi nacional, y un negocio similar a la teletienda, pero sin imágenes. Así nació la empresa Publipunto Inter-Schopping, que se haría tremendamente popular por los microespacios que protagonizaba este emprendedor manchego, después de probar sin éxito con la voz de Constantino Romero. «Yo me traía las patentes de Miami, de Hong Kong, de diferentes lugares del mundo. Recuerdo que de la Feria de Cantón (China) nos trajimos el cigarrillo electrónico y otras cinco o seis cosas importantes que adaptamos al mercado español. Los productos que vendíamos tenían sus homologaciones, certificaciones y permisos. Y, una vez enviado el producto al comprador, si no le convencía, podía también devolverlo».
Angel Driver, Tepezcohuite, Butterfly Evolution, Nokita Seka o Garcinia Cambogia son marcas que han quedado grabadas en la memoria colectiva de la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI. «Fuimos el Amazon español, la empresa que vendía por Internet cuando mucha gente no sabía ni lo que era aquello. Aunque empezamos en 1991, los mejores años llegaron a partir de 1997, con un acelerón importantísimo en 2005, coincidiendo con la puesta en el mercado del detector de radares Angel Driver».
Aunque Ramiro López logró sortear con éxito la crisis de 2007/2008, llegó la pandemia de la Covid 19 y acabó con Publipunto. La cadena de suministros se rompió por la mitad. Los proveedores chinos se dedicaron a fabricar respiradores y mascarillas. «Todavía estamos esperando que nos manden los pedidos que hicimos a finales de 2019. De vez en cuando, le doy vueltas a nuevos proyectos menos ambiciosos, pero de momento nos estamos centrando en la empresa de telemedicina Mundimed, que fundamos en 1996 y que, a raíz de la pandemia, está teniendo una respuesta extraordinaria por parte de otras compañías. Una empresa energética nos compró, de un día para otro, tres millones de pólizas, porque no había médicos suficientes y la gente necesitaba hablar con alguien. Ahora estamos trabajando en la expansión de Mundimed por otros países».
«Fuimos el Amazon español, la empresa que vendía por internet cuando muchos no sabían ni que era eso»
La aparición de Amazon en el mercado español ha introducido cambios significativos en el comercio electrónico. «Amazon hace sus algoritmos y, si ve que estás ofreciendo un producto que funciona, entonces se dirige a tu proveedor y en lugar de comprarle 20.000 unidades le pide que le dé precio para 20 millones. Amazon les está haciendo la competencia a sus propios clientes porque tiene un potencial tremendo. Pero, por la información que yo tengo, la gente ya no compra tanto por Internet. Ha bajado la producción de cartón en los últimos meses y Amazon tiene que competir con las plataformas chinas, en las que se trabaja en régimen de semiesclavitud. Por otro lado, la gente que busca calidad empieza a volver al comercio local».
Acostumbrado a ganarse la vida de mil maneras, incluso vendiendo por la radio cosméticos elaborados con veneno de abeja y crema de caviar, Ramiro tiene claro que a nuestra región le espera un futuro halagüeño. «Castilla-La Mancha puede convertirse en la Arabia Saudita de la energía solar y venderla luego al mundo entero, aunque la idea no les haga gracia a los ecologistas. Hay que defender el planeta, pero no con ideas políticas preconcebidas, porque aquí tenemos muchos ecologistas sandía: verdes por fuera y rojos por dentro».
Tras analizar los pros y los contras de algunas fuentes de energía, incluida la energía nuclear, la conversación con Ramiro López recala de nuevo en el mundo apasionante de la radio. Ha compartido micrófono con grandes estrellas y es amigo de Carlos Herrera y Luis del Olmo. Su admiración por ellos es incuestionable. «En la radio, como en el fútbol, se juega por los extremos, pero a mí me gustan más los centrales. Luis del Olmo ha sido el inventor de la radio moderna, mientras que Carlos Herrera encarna la evolución de la radio, sin perder la pureza. A Carlos Alsina lo he tratado menos, pero es otro gran profesional, que prepara las entrevistas como nadie. También lo ha sido Iñaki Gabilondo, y lo es ahora Federico Jiménez Losantos».
Estaba claro que, frente a un radiofonista convencido y entusiasta, acabaríamos invocando de nuevo a la radio.
«Antes se decía: 'Albacete, caga y vete'. Y, ahora: 'quédate y disfruta de Albacete'»
A finales de los años cincuenta del pasado siglo, Albacete rondaba los setenta mil habitantes. Era una pequeña capital de provincias en la que, como recuerda Ramiro, «casi todo el mundo se conocía, podías dejar tranquilamente la puerta de tu casa abierta y salíamos por la noche a tomar el freso a la calle». La imagen de aquella infancia es la de niños jugando al fútbol en vías urbanas sin asfaltar y sin automóviles, salvo algún camión de una constructora que se llamaba Gutiérrez y Valiente.
«Albacete era un pueblo grande, iluminado por lámparas de porcelana oscuras y con bombillas que colgaba en medio de la calle», comenta Ramiro, mientras recorre con la memoria aquellos años en los que estaba convencido que su vida no tendría sentido sin la radio. Su relación con el mundo de las ondas fue tan estrecha que él mismo se ríe, mientras recrea su etapa de adolescente con un transistor pegado a la oreja.
«En casa teníamos una radio Telefunken de válvulas, con un ojo de buey para sintonizar mejor las emisoras. En esa radio escuchábamos 'Matilde, Perico y Periquín' y 'Cabalgata Fin de Semana', pero luego a mí me regalaron de chaval un transistor Inter del tamaño de un paquete de tabaco, de color azul plateado, que costó setecientas pesetas. Iba a todos los sitios con el transistor. Porque mi gran ilusión era trabajar en la radio».
La memoria de Ramiro es prodigiosa, hasta el punto de citar por su nombre y apellidos a los profesores que le dieron clase en los Franciscanos y en el Colegio de San Fernando. «Tenía tantas ganas de aprender que las clases se me hacían cortas. Siempre he tenido ilusión y deseos de aprender. Y, al ver los profesores que me sabía la Enciclopedia Álvarez de memoria, Don Ángel dijo que era mejor pasarme al curso siguiente».
Como señala este empresario radiofonista – «me gusta más que la palabra locutor» -, la ciudad de Albacete nada tiene que ver ahora con aquel núcleo poblacional de casas baratas que se divisaban desde la vía de circunvalación. «Hoy, Albacete es una ciudad de casi doscientos mil habitantes, moderna y con mucho futuro. Tiene una gran calidad de vida, hasta el punto de que yo sigo residiendo allí, pese a tener ahora la empresa en Madrid. Antes se decía: 'Albacete, caga y vete'. Y, ahora se dice: 'quédate y disfruta de Albacete'».
Habla con entusiasmo de la recuperación del Pasaje Lodares - réplica de la Galería Vittorio Emanuele de Milán y referencia de la arquitectura modernista del siglo XX -, y considera un acierto haber peatonalizado la Calle Ancha. Además, como buen aficionado a los toros, a Ramiro López se le agotan los adjetivos al describir la plaza en la que ha sido testigo de grandes faenas.
«La plaza de toros de Albacete es una de las más bonitas de España. Una plaza con solera y señorío, donde actúan las grandes figuras. Según una encuesta reciente, Albacete está por encima de Sevilla, Madrid o Bilbao. En la Feria de Septiembre nos hemos llegado a juntar un millón de personas».