Un antes y un después frente a la obesidad

Hilario L. Muñoz
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El 1 de mayo se aprobó el primer medicamento para la obesidad, aunque desde hace meses se usan otros que son para la diabetes. Una situación que cambia el abordaje de esta enfermedad

Ozempic, un medicamento para la diabetes, que se ha utilizado para combatir la obesidad - Foto: Rueda Villaverde

El porcentaje de pacientes con obesidad tratados farmacológicamente va a aumentar, pero el reto está un poco en su mantenimiento a medio y largo plazo». Esta es la reflexión que lanza el jefe de sección de Endocrinología y Nutrición en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, Pedro Rozas, ante la llegada este mes de un nuevo medicamento para combatir la obesidad, Wegovy, y que se suma a otros que se venían empleando, aunque no fueran dirigidos específicamente a ese uso. Un cambio terapéutico que supone tratar muchas morbilidades asociadas a la obesidad, pero que tiene como contrapartida su coste y los problemas de distribución. 

El pasado viernes, La Tribuna preguntó por Wegovy y estaba agotado en varias oficinas de farmacia, sin posibilidad de pedirlo y pendiente de reposición en los almacenes. Esto es un ejemplo de la situación que se está dando ante la revolución que suponen estos medicamentos, que necesitan receta médica y que no están financiados. El coste de Wegovy, en su dosis máxima, es de 290 euros al mes, «de por vida» si no se acompañan de cambios en los hábitos de vida

«Wegovy tiene el mismo principio activo que se utiliza para el tratamiento de la diabetes tipo 2, cuyo nombre comercial es Ozempic, en administración subcutánea, y Ribelsus, en administración vía oral». Este principio activo se encuentra en Wegovy en mayor dosis, porque «específicamente está estudiado e indicado en pacientes con obesidad». Hasta la llegada de este medicamento, aprobado el 1 de mayo para comercializarse en España, se empleaban otros, pero fuera de ficha técnica, es decir, estaban pensados para diabetes, pero las investigaciones habían llevado al tratamiento de la obesidad.

Cómo funcionan. Rozas explicó que estos fármacos deben ser administrados bajo la vigilancia de un especialista, por los efectos secundarios que tienen, y, sobre todo, por la necesidad de abordar la obesidad con «un plan estratégico global de medidas que van más allá del tratamiento farmacológico». «El mecanismo de acción de estos fármacos es que reducen el apetito a nivel del sistema nervioso central, pero la mayoría de ellos también tiene cierto efecto de enlentecimiento en el vaciamiento gástrico y lo que se puede notar, algunos pacientes, son efectos gastrointestinales como náuseas, vómitos o estreñimiento», indicó Rozas.

Por este motivo, el endocrino recordó que es clave modificar el estilo de vida porque «la obesidad no es solo un tratamiento farmacológico, la obesidad es una enfermedad crónica, y como tal debe de abordarse». En este sentido, Rozas recordó que este medicamento se engloba en estudios para afrontar la cronicidad, que es un reto al que se enfrenta la sociedad, y «cada vez va a haber moléculas con mayor eficacia para la pérdida de peso». Por ejemplo, en julio podría llegar otro fármaco más. «Nosotros hacemos un esfuerzo por hacer entender a los pacientes que el abordaje de la obesidad no es exclusivamente un fármaco», porque funcionan mientras se administran y por el coste «puede ocurrir que se hagan tratamientos intermitentes del uso». Esos aspectos añadidos son hacer un programa adecuado de educación para una adherencia a una dieta óptima, fundamentalmente dieta mediterránea hipocalórica para perder peso, o un patrón óptimo de ejercicio físico. «Si con eso no se consiguen los objetivos, pues estas terapias pueden ayudar».

Una demanda creciente. «Cada vez existe más demanda en la consulta de endocrinología para el tratamiento de la obesidad», dijo Rozas, señalando que no solo son personas con obesidad, sino que hay derivaciones procedentes de otras consultas, por los beneficios de perder peso. «Cada vez se derivan más pacientes desde neumología, porque muchos pacientes tienen apnea obstructiva del sueño y esos pacientes, cuando son capaces de perder peso, mejoran». También desde Traumatología llegan porque tienen artrosis y con menos peso mejoran las rodillas o desde Cardiología. «Hay una serie de beneficios asociados a reducir el exceso del tejido adiposo y del peso que era esperable de conseguir cuando consiguiéramos pérdidas significativas de peso».

En concreto, con estos medicamentos se puede perder entre un 15 y un 25% del peso en seis meses. «Hay cirugías que rondan ese tipo de pérdida de peso» y esto implica «un antes y un después en el manejo de la enfermedad». Para hacerse una idea, «un paciente que tiene una diabetes tipo 2 de reciente diagnóstico, y que además tiene obesidad, perder un 15% del peso, puede hacerle remitir la diabetes y no necesitar tratamiento farmacológico para la misma».

Eso sí, el uso del fármaco está recomendado cuando se tiene un índice de masa corporal por encima de 27 y se asocian otros factores de riesgo, por ejemplo, hipertensión, diabetes o dislipemia, o un índice de masa corporal por encima de 30. Eso es lo que indica la ficha técnica de Wegovy.

Ante los problemas de suministro, Rozas apuntó que es clave que remitan, porque «la dispensación de estos fármacos no ha llegado a cubrir las necesidades» y resulta clave utilizarlo de manera óptima. «La demanda ha hecho que haya falta de abastecimiento» y que ha afectado, además, a los pacientes con diabetes. «La posibilidad de iniciar el tratamiento, pero que al poco tiempo haya desabastecimiento y, por tanto, no puedas utilizarlo y tengamos que cambiar de fármaco, o incluso suspenderlo porque no haya dispensación, es un peligro». En este sentido, apuntó que es clave usar «estos fármacos en aquellos pacientes que mayor beneficio vayan a obtener, porque si se hace un uso masivo de Wegovy en estas circunstancias, probablemente también tengamos problemas de dispensación».

Por último, el endocrino indicó que la clave es que se va a disponer de fármacos que «realmente son eficaces y hay gente que lleva muchos intentos de pérdida de peso», por ejemplo, personas cuyo metabolismo dificulta reducir la obesidad. «El tener una herramienta terapéutica que ayude a una pérdida significativa de peso también tiene un impacto positivo en la autoestima del paciente, en la sintomatología del estado de ánimo, y eso le puede ayudar a adherirse de una manera mejor a las modificaciones del estilo de vida», concluyó.