José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Totum revolutum

11/12/2024

Que la conmemoración de los 40 años de existencia de la Biblioteca de Autores Manchegos (BAM) –un recuerdo preciso a Manuel Juliá y José Luis Loarce en ser los iniciales promotores del proyecto– dependiente de la Diputación Provincial, se maride –nunca mejor definida la celebración perseguida– con un programa de otra índole bajo la marca 'Sabor Quijote', deja muchas dudas en el aire sobre la idoneidad celebrativa del acto, al vincular la edición y la lectura y su promoción con el gusto y con uno de los sentidos. Ya es raro pretender enlazar el libro por antonomasia con un  sopicaldo o con unos duelos y quebrantos, estableciendo esa rareza de saborear El Quiote en lugar de leerlo. Como si leer y escribir fuera ya una prolongación de uno de esos cinco sentidos, haciendo buena la definición reciente de El Roto, en una de sus viñetas del 5 de diciembre, La cultura del espectáculo, es mayormente forraje. O dicho en plata, la cultura que se espectaculariza y se transmuta en otra cosa, comienza a parecerse a un menú de campanillas.  
Por ello, ensamblar la cultura –pura y dura–, que supone haber laborado en la edición de textos muy diversos ?desde Ojo de pez, a Calipso, desde la colección general a otras ediciones singulares en estos 40 años, con la gastronomía emergente y el turismo triunfal, como se hace ver en el tarjetón del acto, es un gesto tan excesivo como sorprendente. Y es que de un tiempo a esta parte la obsesión oficial y administrativa por el turismo –a la que se añade, más recientemente, el gusto elevado por la gastronomía o el gusto simple por la gastronomía elevada– vienen a componer un nuevo cuerpo rutilante de cultura espectacularizada y turistificada y un nuevo paradigma de lo social. Que no sé si ello es posible, o es un oxímoron impepinable. 
Si además todo ello– la mixtura de la carne con el espíritu–, viene a celebrarse en la casa del Lector del Matadero –fíjense la perfecta conjunción de leer con el sacrificio de las reses– de Madrid, se produce un nuevo retruécano carnal y espiritual. Lo lógico y normal habría sido practicar la celebración en Ciudad Real, en Alcázar de San Juan, en Valdepeñas o en cualquier otro punto de la geografía provincial, bien provista de lugares idóneos para ello. Que no en balde, las preferencias de la edición de la BAM lo han sido desde ese prisma de pertenencia provincial. El primer paso, por ello, habría sido la celebración en una plaza provincial, sin aditamentos de turismo y gastronomía para pasar luego a la Villa y Corte, con vinos y quesos.