Las cruces: promesas llenas de brezo y tela

Ana Pobes
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Más de 15.000 personas pasarán del 2 al 15 de mayo por Piedrabuena para contemplar las quince cruces elaboradas bajo una fiesta de Interés Turístico Regional y en la que no faltan tampoco los Mayos

Las cruces: promesas llenas de brezo y tela - Foto: JESUS MONROY

Con mayo llegan las cruces. Es la época del año en la que el olor a brezo inunda Piedrabuena, que desde el 2 al 15 de mayo se convertirá en el epicentro de la tradición de las cruces y de los mayos. Auténticos tesoros naturales que cada año atraen a miles de turistas con una fiesta declarada de Interés Turístico Regional en la que todo el pueblo se vuelca. Mayores y jóvenes dedican meses a elaborar estos tesoros naturales que cada año reúnen a más de 15.000 personas, que pueden contemplar que  además de las flores, las piedras, el agua y el brezo (rojo y blanco) se tiene en cuenta hasta el más mínimo detalle. Todo está estudiado y pensado al milímetro. 

Piedrabuena se engalana para recibir a quienes acuden atraídos por uno de los acontecimientos populares más característicos de la provincia y de Castilla-La Mancha.  En total este año se podrán admirar una quincena de cruces (una menos que el año pasado), y de ellas tres son de tela y dos, mixtas. El resto, de brezo. Las primeras se montan en las habitaciones o grandes espacios de viviendas particulares. Mientras, en la confección de las de brezo se emplea esta planta que florece en los montes del municipio y que puede ser de color blanco o morado. La ajedrea, el tomillo, el cantueso, la quirola y el musgo son otros elementos que se emplean en la decoración. 

Domingo Navas es uno de los vecinos que cada año se esfuerza al máximo para hacer la cruz de la Cueva del Castillo. Natural de Piedrabuena, a sus 70 años lleva toda una vida dedicado a esta fiesta. A sus espaldas, recuerda con orgullo, lleva ya 57 cruces. Pero ahora, lamenta, los años pesan y «va costando más», aunque «la ilusión nunca se pierde». Tampoco el esfuerzo, pues eso es lo que hace cada año más grande esta tradición que aspira a convertirse en Fiesta de Interés Turístico Nacional. «En esta ocasión, el local es más grande  y hemos hecho una gran cascada, lo que supone más dedicación y esfuerzo. Llevamos más de dos meses trabajando en su elaboración», argumenta, mientras observa con satisfacción el resultado de esas horas en las que, en ocasiones, la noche empalma con el amanecer. 

Las cruces: promesas llenas de brezo y tela   
Las cruces: promesas llenas de brezo y tela - Foto: JESUS MONROYJunto a las de brezo, también tienen su protagonismo las cruces de tela y las mixtas. María José Sierra señala que se ha criado «haciendo cruces de tela». «Mi madre, por ofrenda, tenía la promesa de hacerla cada cinco años, por lo que mis hermanos y yo lo llevamos dentro desde niños», recuerda. Ahora, ella ha sido una de las diez personas que desde el 20 de marzo se ha dedicado en cuerpo y alma a elaborar la cruz de la Asociación Amigos de las Cruces que fundaron sus padres junto a unos amigos. «Durante casi dos meses dedicamos nuestros ratos a la cruz. Trabajamos, discutimos y nos peleamos, pero todo eso merece la pena cuando se ve el resultado», apunta.  

En las cruces de tela «todo está cogido con alfileres», incluso el techo, que en esta ocasión está realizado con tela de sábana que «va cosida al centro que no debe apreciarse». «Es una tela, pero parece un techo de yeso», explica con orgullo. Las telas que hacen de pared son «tela de lonera, que era lo que se ponían tiempo atrás los agricultores para protegerse del frío, de la lluvia y de los enganches de los árboles». Un «homenaje» a los profesionales del campo que se mezcla con la tradición, pues este año para el altar se ha empleado «una colcha de encaje con más de un siglo de antigüedad». El resultado es una cruz «con mucha esencia». 

En esta fiesta todo el mundo se implica, incluido el Ayuntamiento. Su concejal de Festejos, Rafael Sánchez, en declaraciones a este medio, recuerda que «antes las cruces se elaboraban por promesas, y ahora se hacen por asociaciones, donde la mayoría es gente joven que se están volcando con esta tradición», manifiesta, al tiempo que señala que la cruz municipal se ha inspirado este año en Gaudí. Para ello, «se han necesitado varias cargas de brezo, que se ha recogido en el campo, y muchas horas de montaje», apunta. 

Las cruces: promesas llenas de brezo y tela   
Las cruces: promesas llenas de brezo y tela - Foto: JESUS MONROYEn Piedrabuena «no hay cruces sin mayos, ni mayos sin cruces». En este sentido, uno de los momentos más emotivos se vivirá en la noche del 30 de abril al 1 de mayo, cuando se cantará el Mayo a la Virgen y al Santísimo Cristo de la Antigua por los grupos locales. «La Cruz y el  Mayo es una mezcla de sentidos, pues si el olor de la jedrea, tomillo, la vistosidad del color a púrpura y el ruido del agua se ameniza con el canto de Mayo de Piedrabuena, que tiene un ritmo característico, hace que la festividad se luzca mucho más y el sentimiento sea mayor». 

En la actualidad, hay cuatro grupos de mayeros, por lo que «la tradición estará garantizada al menos unos cuantos años más», señala Sánchez, quien reconoce que conseguir la declaración de Interés  Turístico Nacional supondrá un importante revulsivo a una fiesta ancestral única, no solo en Piedrabuena sino también en la provincia y en la región. 

Las cruces: promesas llenas de brezo y tela
Las cruces: promesas llenas de brezo y tela - Foto: JESUS MONROY