Emilio Pérez Pizarro (1-10-1975. Ciudad Real) cumplió este domingo su partido 800 en Liga ACB. El colegiado ciudadrealeño, que debutó en la máxima categoría un 14 de octubre de 2000 dirigiendo un derbi gallego entre Breogán y Orense, alcanzó esa cifra de 800 choques en el duelo entre Tenerife y Andorra. Es el segundo árbitro en activo con más partidos dirigidos, solamente superado en este aspecto por Juan Carlos García González, y el undécimo en la clasificación histórica, si bien, asegura que ha aprendido a no mirar a largo plazo y se centra solamente en el presente.
«Detrás hay mucho trabajo y esfuerzo, vivencias bonitas, recuerdos importantes y otros momentos más duros. Me siento un privilegiado por poder estar tanto tiempo desarrollando la actividad que me apasiona. A la vez siento gratitud por estos 25 años y me queda la constancia de que la vida pasa muy rápido», repasa.
Entre sus virtudes siempre han estado un carácter dialogante y tratar de acercar el arbitraje al gran público. Así, la ACB lo ha elegido varias veces para dirigir partidos con micrófono y su forma de ser le ha valido para ganarse el respeto de jugadores y entrenadores, como así se lo están haciendo saber con numerosos mensajes de felicitación y reconocimiento.
El árbitro ciudadrealeño, con su mujer y sus hijos en una foto familiar. - Foto: LT«Estoy agradecido de que se acuerden de uno en estos momentos y no solamente cuando hacemos las cosas no tan bien. Esto humaniza mucho y te das cuenta de que la relación entre las personas está por encima de todo. En los partidos intento tener empatía, respeto, humildad y un diálogo que sea productivo. Siempre he sido así desde mis inicios», repasa.
En su curriculum figuran finales de Liga ACB y Copa del Rey, partidos cruciales por el play off y por la permanencia, y un buen número de temporadas también en la Euroliga. No siente tener ninguna espina clavada, aunque admite que le hubiese gustado haber participado en unos Juegos Olímpicos. «Eso también te enseña que no todo se puede conseguir y que no hay que preocuparse por lo que no puedes controlar», argumenta.
Aunque 25 años en la máxima categoría y 800 partidos dan para mucho, opta por no quedarse con ningún momento en concreto: «No podría porque he tenido el privilegio de vivir grandes cosas y me resulta muy difícil quedarme sólo con uno», añade.
tinuas polémicas en los arbitrajes en el fútbol, ve muchas diferencias respecto al baloncesto, donde considera que el error se entiende mejor. En su deporte las normas han evolucionado mucho durante estos 25 años y el arbitraje ha tenido que adaptarse, aunque eso no implica, a su juicio, que ahora sea más difícil dirigir partidos. «El juego es más rápido, físico y dinámico. Se utiliza más el juego exterior, las posesiones no se agotan y nosotros tenemos que adaptarnos, es un juego con distintas complicaciones respecto a las de mi inicio», explica.
consejos.
A los jóvenes que están comenzando su carrera en el arbitraje les pide que «lo disfruten y sean felices. Que vean la suerte que es poder llegar a una liga como la ACB, la mejor de toda Europa. Que den lo máximo y vayan partido a partido». Y al entorno del baloncesto advierte que «queda mucho camino que recorrer», recordando que el árbitro es un deportista más que merece todo el respeto.
En octubre cumplirá 50 años y asegura que su deseo es seguir. «Me siento bien», confiesa, y es que la normativa en España permite seguir arbitrando hasta los 55 años. «Ya veremos qué depara el futuro. No me paro a pensar hasta dónde puedo llegar. Desde hace unos años no pienso hacia dónde voy, sino solamente en el próximo partido y pienso seguir así. No sé si seguiré vinculado al baloncesto, la vida decidirá. Cuando llegue el momento tomaré la decisión que tenga que tomar», concluye.
La familia, el gran motor de su vida. Su mujer, Encarni, y sus hijos, Paula y Álvaro, son el motor de su vida. «Yo no hubiera tenido esta trayectoria sin el apoyo de mi mujer, que me da esa estabilidad para conciliar mi trabajo con la tranquilidad de saber que mi familia está bien. Me da un punto de calma clave para desarrollar mi actividad y ha sido fundamental para alcanzar esta cifra». Su hija Paula, de 13 años, practica baloncesto y Álvaro, de 5, fútbol. «De momento no me han dicho nada de ser árbitros», bromea Pérez Pizarro.