El fuerte olor a química aflora nada más entrar por la puerta y deniega a esfumarse del ambiente a pesar del transcurso de tantos siglos. Es un espacio que guarda hierbas medicinales, cataplasmas, remedios, fármacos y preparados, tanto en pequeños como en grandes frascos, muchos de ellos con la simbología de la Orden de Santiago. El recuento se traduce en más de 300. Las estanterías aguantan años de pruebas e infinidad de soluciones para pacientes y los cajones esconden más de lo mismo. En medio de la sala se sitúa una mesita de dimensiones reducidas en comparación al tamaño de la botica: la joya de la corona del Hospital de Santiago, en Cuenca. Este singular y vital lugar aún perdura en un buen estado pese a abrir sus puertas en 1541, tal y como explica el actual director y gerente de la Fundación del Hospital de Santiago, Francisco López, a partir del borrador de cuentas. Ha pasado tanto tiempo como para comprobar el evidente avance de la medicina. Tan solo basta con dejarse caer por aquí y después visitar una farmacia.
En la pared frontal luce una puerta, también de envergadura pequeña. Cuesta atravesarla con facilidad, con escalones pronunciados. Que mantenga su estructura, como si se tratase de una construcción moderna, se debe a levantar muros de más de un metro de grosor. Una vez conseguido el paso, Francisco López detalla que se trata de otro lugar de gran importancia, como es la rebotica. Un espacio «que se usaba, por ejemplo, para dejar las hierbas medicinales y el agua destilada con lo que preparaban las medicinas».
Es una despensa idónea para la botica, aunque ese ya no es su uso realmente, sino que se ha convertido en «un museo para poder comprobar las herramientas y materiales médicos que se usaban hace unas décadas en el Hospital de Santiago». Una incubadora, un inventario con decenas de documentos, una camilla para dar a luz, una mesa para consultas y un amplio abanico de utensilios –unos más rudimentarios que otros–, entre muchas otras cosas, dan vida a esta «valiosa muestra que todos deberían visitarla». Ese es, precisamente, el objetivo que se plantea la Fundación del Hospital de Santiago. Francisco detalla que «queremos incluir la visita a la botica y rebotica en una ruta cultural de Cuenca». Es una experiencia «única para ver cómo han cambiado las cosas y cómo se trabajaba hasta que en 1993 se cesara la actividad en este hospital».
Una botica con siglos de historia - Foto: Reyes MartinezAhora mismo están en conversaciones con el Ayuntamiento de Cuenca y la Diputación provincial. El reto es que esta ruta comenzase en «el Alfar de Pedro Mercedes, continuaría por los puentes de la Trinidad y la Virgen de la Luz, transcurría por los túneles de la Guerra Civil y concluiría con una gran visita al Hospital de Santiago, pasando, evidentemente, por la botica y la rebotica». El broche de oro llegaría vistas panorámicas que ofrece el entorno. Los trabajos avanzan y «nuestra intención es que pueda estar para el segundo semestre del año», remarca Francisco López.
Además, el director y gerente de la Fundación del Hospital de Santiago detalla que «queremos trabajar con el Consorcio para restaurar los frescos de las paredes de la botica e instalar unas vitrinas de metacrilato para proteger todos los frascos». Estas acciones darían aún más empaque a este tesoro conquense que sigue de pie más allá de extramuros de la ciudad.
La Fundación del Hospital de Santiago trabaja también para que el Archivo Histórico digitalice y recopile todos los datos del inventario que hoy en día se guarda en una estantería de la rebotica. De hecho, el Patronato del Inventario de Farmacia Nacional ya está trabajando en ello tras realizar un exhaustivo análisis.