"Querer hacer la Cultura de un bando o de otro es corromperla"

María Albilla (SPC)
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"Querer hacer la Cultura de un bando o de otro es corromperla" - Foto: Javier Ocaña

Deja que la vida te atraviese. Esta frase forma parte de los millones de mensajes motivadores  que pueblan las redes sociales, pero, de repente, te das cuenta de que hay alguno que viene con su carga de razón. Porque en la vida hay personas, hay libros y hay historias que te atraviesan y, cuando esto sucede, ya no hay vuelta atrás. A la escritora Cristina López Barrio le sucedió al conocer las Misiones Pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza que, en 1935, se propusieron llevar la lectura, el cine y el teatro, a una España rural oscura cuya evolución iba desacompasada a la floreciente vida urbana de la belle epoque.  

Esta coyuntura le sirve a la abogada y escritora para dar vida a Cati  y Jeremías, tan alejados el uno del otro como lo estaba la ciudad y el pueblo. Pero la cultura y el amor obraron su magia acercando dos mundos que no por antagónicos eran divergentes dando lugar a La tierra bajo tus pies (Planeta), el último Premio Azorín de Novela.

Si yo le pregunto qué le suscita Azorín...

Pues yo le respondo que felicidad. Desde que me han dado este premio no han dejado de pasarme cosas buenas.

Otro autor, Luis Cernuda, tiene la culpa de que las Misiones Pedagógicas se cruzaran en su vida, ¿no es así?

Luis Cernuda es un poeta que me encantó cuando estudiaba en el colegio. Entonces yo escribía poesía y encontré La realidad y el deseo muy cercana a mí, a mi sensibilidad de entonces.

Ahora no tengo tal pasión, pero un día estaba haciendo un descanso del trabajo y teclee su nombre en un buscador y apareció un vídeo sobre su paso por las Misiones Pedagógicas y ahí fue cuando esta historia se cruzó en mi vida.

Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) impulsadas para transformar el país a través de la educación. Quisieron acercar la cultura a la España rural, «tan pobre y precaria que hoy nos cuesta imaginarla». Me parece tan romántico…  Sin ideología, ni utilidad. Solo amor al arte, a la cultura.

La idea de las Misiones Pedagógicas ya venía de finales del siglo XIX, está presente en Giner de los Ríos y en Bartolomé Cossío, que fue discípulo del primero, ambos ligados por supuesto a la ILE. Pero es verdad que ese es un proyecto que fue calificado de utópico, se dijo que no tenía ninguna utilidad y fue muy poco entendido en la época, tanto por el bando más conservador como por el más progresista. No comprendían muy bien cuál era su utilidad, le rebajaron el presupuesto... Podemos decir que los valores que perseguían y que a mí me enamoraron eran bastante idealistas para el momento. Yo sabía muy poco de esto, pero cuando empecé a investigar fue como esos amores que se te atraviesan y ya no los puedes frenar.

En las Misiones había católicos, ateos, anarquistas, más conservadores... pero tenían un espíritu común. Los llamaban marineros del entusiasmo y a mí me gusta mucho esta denominación. La mayoría eran bastante jóvenes y tenían ese espíritu de aventura, de poesía. A veces eran estudiantes, tanto hombres como mujeres, y, muchos, intelectuales y artistas como Cernuda o Miguel Hernández o el pintor murciano ramón Gaya.

Los valores que perseguían las Misiones Pedagógicas y que a mí me enamoraron eran bastante idealistas para el momento"

Pero todos iban a una con un loable objetivo común.

Todos compartían su interés por llevar la cultura a los pueblos y aldeas, que, en el 35, tenían un atraso de siglos en comparación con la ciudad. Pero también tenían espíritu de convivencia, de enseñarles y compartir el ocio que había en la ciudad y, a la vez, conocer los tesoros más recónditos que guardaban.

Claro, las misiones fueron un camino de doble vía porque llevaron cultura a los pueblos, pero también supusieron un trasvase de lo rural a la ciudad a través, por ejemplo, del folclore. ¿Qué tesoros escondía aquella España?

Efectivamente, había un folclore muy rico,  estaban las leyendas de la tradición rural en las que ellos creían y en las que también estaban nuestras raíces. 

 Cossío era un gran pedagogo y aspiraba a regenerar España, acercar esas dos Epañas tan fragmentadas que había, la rural  y la urbana, y  acabar con el aislamiento. Quería que hubiera una alfabetización, una modernización del campo, y, de paso, recuperar, como te decía antes, todo ese folclore toda esa tradición que formaba parte de la Historia de España, sin olvidar una apertura de España a Europa. Si te das cuenta es lo que al final, con retraso, tuvimos a pesar de un gran paréntesis. Al final hemos llegado adonde ellos querían.    

Me comentaba que por esta historia dejó apartado un thriller. ¡Vaya viraje!

Sí, estaba pasando una etapa de sequía creativa y me puse a escribir, pero sin un tema concreto que me enamorara o que me apasionara. Era una construcción artificial partiendo de la ciudad de Lisboa, que me gusta mucho. Era todo muy racional, no como este arrebato de las misiones.

Dice que con esta novela pretende poner voz a esas caras que vio en las fotografías antiguas de las personas que vieron el cine por primera vez, ¿pero recuerda cómo fue la suya cuando descubrió el teatro?

La experiencia de Cati está basada en la mía propia. Yo vivía en el Barrio de las Letras hasta los veintilargos y a mis padres les gustaba muchísimo el teatro, donde me llevaban desde muy pequeña. Tengo el recuerdo de cuando vi El caballero de Olmedo y la sensación que me produjo. Se me erizó la piel...

Encontré 'La realidad y el deseo' muy cercana a mi sensibilidad de entonces"

¿Qué papel tiene la Cultura cuando lo más primario, como la alimentación, está sin cubrir, como sucedía en ese depauperado entorno rural del que hablamos?

Ese era uno de los puntos por los que se criticó a las Misiones Pedagógicas, pero su competencia no era hacer una reforma social y económica para solventar esas necesidades. Ellos iban a la parte espiritual y cultural, a nutrir con la vivencia del ocio y la diversión. Era su manera de compartir y de decirles que no se habían olvidado de ellos.

Ni la cultura y la procedencia acomodada de Cati, ni la vida salvaje de Jeremías son más fuertes que el amor. Ahí llega la verdadera unión.

Efectivamente, el abismo entre ambos es enorme a todos los niveles y es que esto funciona muy bien desde el punto de vista novelesco para despertar emociones en el lector.

El de Cati y Jeremías es un amor absolutamente generoso en el que ambos se acercan para conocer el mundo del otro. En esa época, en la que no había turismo rural, ella quiere conocer la vida en el campo y Jeremías queda fascinado tras ver la película de Charlot Luces de la ciudad y quiere aprender a leer y escribir. 

Cati es el avatar literario de Victorina Durán, una mujer que fue real, y de ahí hila con otra figura de carne y hueso como Julio Romero de Torres.

Es que documentando la novela he descubierto a muchas personas muy interesantes, como Victorina Durán. Leí su biografía en la Residencia de Estudiantes y he sacado de ella muchos aspectos que inspiran a Cati, entre ellos que era amiga de Julio Romero de Torres, aunque también hay mucha ficción en la novela, ¡eh! 

El personaje de Edmundo es un pintor, como Romero de Torres. De él he cogido la belleza de la que habla Victorina. Decía que fue profesor de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y contaban que llegaba con capa española, dos galgos, sombrero  de ala ancha, guapísimo... Las mujeres suspiraban a su paso por la calle... Y bueno, luego está la historia del diván maravilloso que tenía lleno de almohadones donde podía esconder a sus amantes... pero bueno, todo lo demás es inventado.

Vamos a jugar a imaginar... ¿Cómo piensa que hubiera sido España en caso de no haber estallado la Guerra Civil?

Hubiera conseguido antes acabar con la analfabetización, igual que se hubiera instaurado con la antelación la enseñanza primaria obligatoria. Las mujeres hubieran seguido votando y se habrían incorporado al mercado laboral, como ya estaba ocurriendo antes del 36. También a la vida social y cultural. Vamos, lo que somos ahora en España lo hubiéramos conseguido mucho antes. Igual que la apertura a Europa sin perder nuestra raíz.

Cossío era un gran pedagogo y aspiraba a regenerar España y acercar la rural y la urbana"

¿Las mujeres fueron unas grandes damnificadas de aquel conflicto?

Efectivamente, se habían conseguido muchas cosas que en la novela están reflejadas en Cati y en su madre, una mujer sufragista que quiere montarse en los barcos de la naviera de la familia y viajar a Filipinas a pesar de la oposición de su marido... Pero todo se paró y solo con el paso de los años se pudo reconstruir aquello de lo que ya se había conseguido poner años antes los cimientos.  

En esta historia también se refleja cómo el rencor y el odio se heredan y se arrastran en un momento en el que el país camina hacia el abismo. ¿Cree que este odio alimentó el que vino después de la guerra?

Por supuesto. La Guerra Civil, como los grandes conflictos, muchas veces se alimentan de las venganzas personales. De gente que denuncia al vecino por un problema de lindes o de honor. Esto pasó con la Inquisición, con la Guerra Civil...

Por eso también quería relatar un poco esa parte de una España más oscura en la que anidan los rencores que se heredan en los pueblos con la tierra, con la sangre, y que marcan la vida de las personas. Es lo que pasa en la novela con los Salazar.

Y cuando los misioneros abandonan el mundo rural... ¿Qué queda?

Esa es la pregunta... Pero los testimonios que hay son los de los propios misioneros, nadie recogió lo de las personas del campo. ¿Qué huella pudieron dejar? Pues a mí me parece que para eso me sirve también la novela. Quizá alguna persona, como a Jeremías, quiso aprender a leer después de aquello.

Claro, es que una vez que se iban volvía la negrura, la oscuridad. ¡Me parece hasta cruel!

Cuando las misiones se iban dejaban allí los libros, los discos, el gramófono que llevaban y se lo dejaban encargado al maestro, que es una figura muy bonita en esta España rural.

Quiero volver a la idea de que estas misiones no tenían ideología alguna ni fin político o religioso. Sin embargo, la Cultura ahora es un arma arrojadiza más en la guerra política. ¿Qué le parece haber llegado a este extremo?

Es una pena porque la Cultura, como la Educación, es la base de la sociedad. Me gusta pensar que cuando alguien, de la ideología que sea, llega al poder, gobierna para todos.

Pienso que querer hacer la Cultura de un bando o de otro es corromperla, y no. Es como la Educación, eso no puede ser. Es el cimiento de una sociedad que da herramientas a sus niños para enseñarles a pensar por sí mismos y evitar que vayan a un pensamiento único.

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