La alta tecnología no puede funcionar sin ellas y las potencias mundiales pugnan desde hace años por hacerse con el control de sus yacimientos. Pantallas táctiles, cables de fibra óptica y baterías eléctricas las necesitan como elemento básico, y es por ello que el conflicto en Ucrania ha puesto la lupa encima de las conocidas como 'tierras raras', una serie de elementos químicos que no son lo que a simple vista puede parecer.

Y es que, su denominación como 'tierras' se debe a que antiguamente así se denominaba a los óxidos, que es realmente lo que son estos componentes, que tampoco es que sean del todo raros, puesto que en sus 17 variedades hay algunos tan abundantes como el cobre, tan de moda en la geopolítica actual y muy presentes en el Casco Histórico de Toledo.

La ciudad sobre el Tajo cuenta a varios metros de profundidad, en su roca madre, con contenidos «elevados» en tierras raras. Así se recoge en la memoria del mapa geológico de Toledo del Instituto del ramo de España, dentro de la descripción de los contenidos como «gabros anfibólicos Tipo Toledo».

Aunque en la memoria geológica de Toledo no se entra en más detalles, la acumulación de 'tierras raras' se sitúa en una zona concreta del Casco Histórico. Exactamente, tal y como vectoriza la geóloga Yolanda Martín Ferrrero, ocupa una franja que discurre unos 500 metros entre la zona del Corralillo de San Miguel, cruza por el Alcázar y se encamina por la Iglesia de la Magdalena para desembocar en la calle Núñez de Arce.