En un año, el 2023, en el que el euríbor marcó un récord en más de una década, fue en octubre, al 2,629%, y que disparó la cuota mensual de miles de ciudadrealeños, las ejecuciones hipotecarias se desplomaron. No llegaron al centenar, según los datos aportados ayer por el Instituto Nacional de Estadística, que situó a 2023 como el año con menos ejecuciones hipotecarias, desde que el INE apunta este tipo de procedimientos, desde 2014.
Hay que recordar que la ejecución hipotecaria es el proceso legal que se abre, generalmente por los bancos, para reclamar una deuda por impagos de una vivienda, y que no hay que confundir con los desahucios, el acto de despojar a alguien de la posesión de un inmueble debido a esa deuda. No todas las ejecuciones acaban en desahucio. En la provincia, esas ejecuciones hipotecarias se centran en la vivienda de segunda mano, la que más se comercializa en los últimos tiempos en el mercado inmobiliario ciudadrealeño. El año pasado fueron 68. Las casas a estrenar cuyos propietarios se vieron en medio de una ejecución hipotecaria fueron apenas 25. Fuentes jurídicas consultadas, sin embargo, relacionan esta realidad no con que haya menos situaciones de impagos por la subida de los tipos de interés, sino con que la tramitación de esos procesos es lenta, con más obstáculos burocráticos y con expedientes bloqueados por la moratoria prohibitiva de desahucios, hasta el pasado 31 de diciembre, por la pandemia.