La cuesta de septiembre del síndrome posvacacional

M. Espadas
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Los planes de cara al fin de semana, el ejercicio o la alimentación son las herramientas con las que se busca combatir el, a veces duro, regreso a la rutina laboral y escolar

La cuesta de septiembre del síndrome posvacacional - Foto: Tomás Fernández de Moya

Ansiedad, estrés, depresión, disminución del rendimiento, cambios de humor… Son síntomas que suelen acompañar los primeros días del regreso a la rutina después de un largo periodo de descanso y desconexión. Se trata del síndrome posvacacional, que puede afectar a adultos, adolescentes y a niños por igual, dependiendo de sus particulares situaciones. Una complicada cuesta de septiembre que a algunos se les atraganta más que a otros y que, en determinados casos, llega a precisar de ayuda profesional, para evitar que la vuelta al trabajo o al colegio, mañana, pueda desencadenar males mayores.

Catalina Fuster lleva 35 años ayudando a sus pacientes en su consulta de Ciudad Real y también pertenece a la Junta de Gobierno del Colegio de la Psicología de Castilla-La Mancha. Desde su amplia experiencia, define el síndrome posvacacional como un episodio, de tiempo limitado, en el que se produce una «reacción física y psicológica» del cuerpo ante el regreso a la realidad vital después de un periodo vacacional más o menos largo. No le otorga el rango de enfermedad, aunque apunta que «en algunos casos pueden llegar a ser causas desencadenantes de otro tipo de situaciones más graves», dependiendo también del grado de hostilidad que el afectado encuentre en su puesto laboral o en su aula.

Para ello, aconseja que el individuo adopte una serie de medidas preventivas, sobre todo el que es conocedor de que su periodo de readaptación al trabajo o a los estudios es más complicado. Consejos como intentar no apurar esas vacaciones hasta el último momento, para evitar un fuerte contraste con el regreso a las obligaciones diarias, o ir modificando los horarios, que en verano, para nuestro ocio y placer, son muy diferentes.

Y cuando ya es tarde, cuando ya han aflorado estos síntomas, también hay medidas eficaces para combatirlos, como buscar «alicientes, esos momentos o acciones del día a día que nos hagan sentir mejor», plantearse pequeños planes de fin de semana, hacer ejercicio, estar en contacto con personas de nuestro agrado, cuidar la alimentación…

Y ojo porque el estrés laboral no se limita a los primeros días de incorporación a la rutina. Como apunta Catalina Fuster, sus síntomas pueden aparecer incluso semanas después. De ahí la importancia de seguir esos consejos, tan básicos como importantes para el bienestar físico y mental.