Este domingo hemos visto una corrida importante en Daimiel, con pocas orejas, sí, pero con mucha emoción. Hemos visto toros con una presentación impecable, algunos para plaza de primera, con clase, bravos a los que se pegó en demasía por parte de los varilargueros. Nadie se aburrió y hasta los desplantes de los toreros tenían su por qué. Daimiel siempre tuvo un signo torista, y no debe perderlo. El toro-toro salió por chiqueros y bien que nos alegramos; qué gusto ver toros en puntas y toreros con vergüenza, exponiendo y jugándosela a carta cabal. Y que conste que el encierro tuvo sus dificultades, fue muy exigente y a la hora de poner banderillas pedían el carné. Ninguno abrió la boca y vendieron cara su vida.
El triunfador de la tarde fue Manuel Escribano que cortó dos orejas al quinto de la tarde tras dar una larga cambiada seguida de lances muy aplaudidos. El astado era 'feote' y se lució con el capote a una mano Felipe Proenza. Escribano estuvo fallón en banderillas pero en el trasteo se vino arriba tras una tanda por naturales aguantando al burel; los redondos fueron a más pues el animal arrastraba el hocico en la arena. No fue fácil la labor del de Gerena, pero sí muy emotiva en la labor de este toro tras una buena estocada cortó dos apéndices. En el segundo de estampa espeluznante y mal picado, brindó al público y el toro rompió al natural, corriendo bien la mano y cerrando con el de pecho. Destacó la calidad del toro. Pinchazo y estocada caída. Un descabello. Saludos y ovación al toro en el arrastre.
Curro Díaz con el asaltillado primero, mansote, se fue a su querencia y protestó los muletazos; terminó rehuyendo la pelea. El espada mató de media sin puntilla. Fue el garbanzo negro de la corrida. Ovación. En el cuarto un playerón, que tenía cerca de un metro entre pitón y pitón y al que se le dio un eterno puyazo, lo fue sobando hasta que consiguió meterlo en el canasto. Cuando tenía la oreja cortada se le fue la mano y dio un bajonazo. Pidió perdón, cosa que le honra. Saludó.
Manuel Escribano. - Foto: Jesús MonroyCarlos Aranda justificó su presencia en su debut en Daimiel. El público le exigió como si llevara treinta corridas toreadas y hay que tener en cuenta que estos encierros son muy exigentes y ponen con dificultades a cualquiera. No obstante, gustaron tres verónicas y media en el recibo al tercero. Mal picado en el brazuelo recibió protestas del público por no cambiar. Brindó a Luis Miguel Vázquez y compuso una faena irregular, destacando los de pecho. El bovino se puso difícil a la hora de matar y tras dos pinchazo y estocada fue avisado. Saludó.
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En el sexto, cortó una oreja ante un enemigo nada fácil, algo reservón. Se justificó y tras una estocada caída, cortó el apéndice. En resumen, una buena tarde en Daimiel con una corrida más que interesante de Adolfo Martín y unos toreros que dieron todo de sí. Hubo más de media entrada.