«No elegí ser un bululú, que va de pueblo en pueblo»

Hilario L. Muñoz
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Rafael Álvarez 'El Brujo' es la primera de las grandes presencias del teatro que tendrá la temporada de otoño en la provincia. El próximo sábado actúa en Tomelloso.

«No elegí ser un bululú, que va de pueblo en pueblo» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Rafael Álvarez 'El Brujo' es un habitual del Festival de Almagro. El premio Corral de Comedias de este año marca esa posición de actor querido por la provincia de Ciudad Real. Más allá del espectáculo fijo en Almagro, 'El Brujo' no se prodiga tanto por el resto de municipios ciudadrealeños. Por este motivo, su actuación en Tomelloso, el próximo sábado, es todo un acontecimiento, al poder verlo, fuera de un escenario clásico, para contemplar la magia, en la que une erudición, actualidad y humor, a partes iguales. 

¿Es distinto el público de Tomelloso al de Almagro? 

El público, desde hace tiempo ya, está muy homologado. Estos tiempos  de redes sociales, de televisión, hacen que un público de la ciudad de Tomelloso sea lo mismo que un público de Madrid. Hace 40 años se hablaba de provincias y de las capitales, pero eso forma parte del pasado. El público tiene acceso al mismo canal de información y eso conforma una mentalidad y una sensibilidad idéntica en todas partes.

¿Qué es lo que se van a encontrar en Tomelloso? ¿Cómo es la obra Los dioses y dios?

La obra es un espectáculo que se hizo en el Festival de Teatro de Mérida en el año 21. Es una adaptación para monólogo, de la obra Anfitrión, que es una obra de Plauto. Es una reflexión sobre los dioses y los mortales. Hemos hecho una adaptación para este tiempo con un lenguaje mucho más asequible, incorporando reflexiones, comentarios, chistes y gags, referidos a circunstancias de la vida contemporánea.

¿Cómo hace para estar girando con tantas obras a la vez? Este mes cinco diferentes...

Yo tengo cuatro o cinco obras y a veces cojo un trozo de una y otro trozo de otra y me confundo y el público también se confunde y, sale una tercera obra, que se llama La confusión. 

¿Cómo ha vivido estos meses después del premio Corral de Comedias?

Bien. Es lo mismo que si no me hubieran entregado el premio. No es que me levante cada día acordándome que tengo el premio Corral de Comedias. Recibí el premio, con emoción, porque he ido muchas veces a Almagro y al teatro clásico y fue maravilloso.

El premio se habló de un reconocimiento a su labor como bululú, ese actor en solitario que recorría España de pueblo en pueblo. ¿Por qué eligió ese papel del cómico que va de pueblo en pueblo como su imagen para actuar?

La verdad es que no lo elegí, fueron viniendo las cosas detrás de otra y al final me vi en esa sensación. No es que un día dijera, me voy a convertir en un bululú para ir de pueblo en pueblo. Cuando hay muchos actores en una obra y yo tenía que incorporarme a un reparto, tenía más dificultades para adaptar mi vida a las giras, puesto que tienes que contar con los planes de otra gente. Cuando estás solo, sólo tienes que contar con los planes de Javier Alejandro, que es el músico; Roberto, que es el conductor; y Óscar, que es el técnico. Todo es más sencillo. Vamos en un coche, paramos a comer y cuando llegamos al pueblo nos reímos bastante porque no hay crítica y, cuando no hay críticos, los actores nos alegramos bastante, porque los críticos te hacen estar un poco constreñido, un poco cortado en el escenario, tratando de hacerlo bien, que es lo peor que hay. En el teatro, lo peor es la crítica porque pierdes la espontaneidad y el placer de actuar con libertad.

¿Qué tienen los clásicos para que una obra como la que se basa Los dioses y Dios siga emocionando? ¿Qué tienen los clásicos y qué no tiene el teatro actual?

Los clásicos también hacían obras malas, lo que pasa es que no nos han llegado. Lo mismo pasa ahora, que hay obras malas que al año siguiente ya nadie se acuerda de ellas, pero hay una serie de obras modernas que ya son clásicos y que serán clásicos para toda la vida, para dentro de cinco años, si esto sigue y no ha desaparecido, con tanto cambio por la inteligencia artificial. Ya hay clásicos como Valle Inclán, Bertolt Brecht o Arthur Miller que son autores del siglo XX. En el siglo XXI todavía no ha habido nadie de esta talla, pero puede surgir dentro de cinco o diez años. Será un clásico en el año 2060 o en el 3000.  

Usted cree que tiene futuro el teatro.

Yo creo que siempre habrá teatro, otra cosa es cómo será, porque hay obras muy raras. Yo veo las fotos y pienso que eso tiene que ser raro, raro. A lo mejor, el futuro del teatro es gente que habla de todo tipo de aspectos, tanto espirituales como materiales. Nunca desaparecerá el teatro porque la esencia es la comunicación en vivo y en directo.