Lorenzo Ruiz Trujillo es herrero de profesión. Un oficio que, cuando llega el verano, compatibiliza con la elaboración de armaduras para los armaos de la Semana Santa Calatrava. Él es el artesano maestro de los armaos (personajes con armaduras de latón y acero inoxidable cuyo origen se remonta a las secciones militares de cofradías de los siglos XVI y XVII). Sus manos son capaces de convertir piezas en auténticas joyas. Aunque no es fácil, reconoce. De su pequeño taller, en Calzada de Calatrava, han salido centenares de armaduras para toda la comarca. La Semana Santa del Campo de Calatrava no se entendería sin sus manos, sin su paciencia y sin estas cofradías con disciplina militar que representan a las tropas del Imperio romano durante la Semana Santa.
Siente y vive la pasión calatrava desde muy niño, cuando participaba en la banda. Por aquella época, su armadura era de segunda mano, hasta que ya entrado en años se le ocurrió hacer una. En aquella ocasión, hace ahora más de 15 años, recuerda, fue de hojalata y pequeña. Y a raíz de ahí, «fui mejorando y realizándolas en acero inoxidable», rememora, mientras enseña, con orgullo, uno de sus últimos trabajos. Con esfuerzo y mucho trabajo fue mejorando los trajes, donde el transcurso del tiempo ha dejado paso a nuevos materiales. Atrás se quedó la hojalata para dar paso al acero inoxidable y el latón, pues con este último se hacen los adornos y los dibujos. Un proceso laborioso y totalmente artesanal al que se dedica una semana a pleno rendimiento. El resultado final es una pieza especial y única «para toda la vida» que alcanza un precio que supera los 1.400 euros y que se lucirá cada Semana Santa.
Su perfección por cada uno de los trabajos que entrega le lleva a tener en cuenta hasta el último detalle. Todo está estudiado al milímetro. Desde el casco y la parte delantera y trasera hasta los puños siendo el casco 'buzo' el elemento «más complicado» de elaborar por su forma. «Lleva mucho trabajo», como ocurre también, añade, con los adornos. Y es que, las armaduras son «trajes personalizados» que el cliente se tendrá que probar «tres o cuatro veces hasta que quede perfecto», declara ante la atenta mirada de sus hijos, Javier y María Pilar, de 30 y 24 años, respectivamente. Ellos no continuarán con un oficio que se encuentra en peligro de extinción. Junto a Lorenzo hay otro artesano maestro en Bolaños, en Almagro y en Aldea del Rey. Son los únicos de la comarca, y quizás, también, de España. «La gente joven no quiere dedicarse a esto. Es un trabajo muy entretenido, muy laborioso y se necesita mucha paciencia. No es un trabajo duro físicamente, pero hay que dedicarle muchas horas. Y si algo se hace mal, hay que volver a repetirlo», relata.
Artesano de los armaos calatravos - Foto: Rueda VillaverdeCon satisfacción señala que este año ha hecho dos armaduras y ha restaurado trece para la Hermandad de Moral de Calatrava que «se encontraban en muy mal estado y eran de hojalata». Ahora, tras meses de plena dedicación en los que el día se alargaba con la noche, el taller se encuentra casi vacío a la espera de que pasen a recoger los últimos encargos.
En poco más de dos semanas llegará el momento de disfrutar de la Semana Santa, una fecha marcada en rojo en el calendario por toda la familia, que sigue cumpliendo con la tradición de los armaos. «En casa nos vestimos todos», y todos, como no podía ser de otra manera, con el sello de Lorenzo Ruiz Trujillo. Después, será el turno de guardar la armadura para el año que viene. Para mantenerla en perfecto estado, «solo basta con limpiarla con algodón mágico y guardarla de forma independiente, pieza por pieza, en sacos de la harina para evitar la humedad». Así, hasta el próximo año.
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