Lo ha reconocido el propio presidente de gobierno a los periodistas que le acompañaron en su viaje a Brasil: el gobierno ha metido mano en el texto de la amnistía que fue rechazado hace unas semanas en el Congreso y devuelto a la comisión de Justicia. Lo ha hecho para dar "más garantías" a Puigdemont. Es decir, Pedro Sánchez asume que la aprobación de una ley de amnistía, que rechazaba hasta el 23 de julio porque la amnistía era inconstitucional, se debe solo y exclusivamente a que lo exige Puigdemont. Y ante Puigdemont, ante los siete votos que maneja Puigdemont, Sánchez obedece y punto. Ni una palabra que añadir a la exigencia.
Al menos esta vez Pedro Sánchez ha dicho la verdad. Hasta ahora defendía que la ley de amnistía, y otras iniciativas que acompañan a esa ley, tenían como objeto lograr la reconciliación y la convivencia entre los catalanes. Va a ser que no. Lo que pretende Pedro Sánchez es que aquel personaje del que abominaba, Carles Puigdemont, no tenga que comparecer ante los tribunales españoles sino que sea un hombre limpio de polvo y paja, con su biografía impoluta y sin tener que dar explicaciones de nada ante la Justicia. Es lo que han negociado los mandados de Sánchez con Puigdemont, y Bolaños y Cerdán lo han hecho con tanto tesón que, cuando presentaron al pleno del Congreso un texto que no le gustó al prófugo, un Puigdemont que se sabía fuerte ordenó a sus siete diputados de que no votaran la ley y que los sanchistas redactaran un nuevo texto nuevo que diera al catalán la seguridad de que iba a ser amnistiado.
Situación humillante para Sánchez y que debería serlo también para sus seguidores, aunque hace mucho tiempo que esos acólitos han perdido la propia estimación y cambian de criterio no por convicción sino porque el jefe les indica qué tienen que hacer en cada momento. Guste o no guste. Patético ver cómo los socialistas se suman sin pestañear a lo que diga Puigdemont, arremetiendo contra el PP para intentar ocultar sus vergüenzas. Pobre PSOE. El de verdad, no el actual.
El golazo de Puigdemont a toda España a través del golazo que ha metido al presidente de gobierno, no tiene perdón. Descartado que el sanchismo mueva un dedo para impedir la ignominia, solo cabe confiar en la justicia europea, a la que recurrirán jueces y fiscales españoles para luchar contra una ley que, saben ellos, como sabe todo el mundo, es inconstitucional y no tiene más objeto que garantizar la continuidad de Sánchez en Moncloa.
La vicepresidenta y vicesecretaria general del PSOE, en tono chulesco, ha lanzado un mensaje al PP y a quienes están deseando que acabe la ignominia de contar con un presidente vendido a los que han delinquido: "Se les va a hacer muy larga la legislatura", ha dicho Montero. Pues sí, se hará larga. Pero nos queda la satisfacción de no haber perdido la dignidad.