Juan Manuel Delfa, natural de Viso del Marqués, estaba en una mesa de quirófano siendo operado de urgencia de una apendicitis aguda en un hospital de Los Ángeles mientras los vientos de Santa Ana, unos vientos catabáticos extremadamente secos, convertían el área metropolitana de la ciudad angelina en una bola de fuego imparable.
Delfa es ingeniero de sistemas. Su talento y esfuerzo lo llevaron a cumplir su sueño y trabajar en el prestigioso Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Los Ángeles. Desde hace dos años, vive en Altadena, una tranquila ciudad al norte de Pasadena, junto a su esposa, Marcy, y sus dos hijos de 4 y 3 años. Los incendios forestales que han azotado el área metropolitana de Los Ángeles siguen dejando una estela de destrucción, y a ellos los ha dejado sin hogar y con una vida por reconstruir. Originados por condiciones climáticas extremas, como vientos 'Santana' inusualmente fuertes y una sequía prolongada, las llamas han consumido miles de hectáreas y forzado la evacuación de decenas de miles de personas desde el 7 de enero. Ciudades como Altadena –donde viven Delfa y su familia–, Pasadena y partes de Glendale, en el Valle de San Fernando y en el Valle de San Gabriel, han sido particularmente afectadas, con numerosos hogares destruidos y comunidades enteras desplazadas. De momento, hay 24 fallecidos y más de 15.000 hectáreas arrasadas.
«Estamos a salvo, que es lo más importante, porque la ciudad ha sido asolada por el fuego», asegura Delfa en una conversación con La Tribuna de Ciudad Real mientras se encuentra alojado con su familia en casa de unos amigos. Todos están fuera de peligro, pero las secuelas psicológicas y el impacto emocional, dice, son evidentes. «Los niños lo llevan bien, aunque el mayor se da cuenta de que algo ha pasado». Añade que sus amigos también tienen niños así que «están distraídos jugando entre ellos».
"No queda nada, la ciudad ha sido asolada por el fuego"El ingeniero estaba convaleciente de la operación de apendicitis en el hospital cuando la emergencia empezó a tomar tintes trágicos. «Salí del quirófano y, a las pocas horas, empezaron los vientos fuertes. Mi mujer me llamó para decirme que la situación se estaba complicando», relata. Durante la llamada, perdió la conexión con ella. Luego supo por qué. El incendio había provocado cortes de luz y problemas de comunicación.
La tensión aumentó cuando su esposa intentó evacuar con los niños. «El coche estaba en el garaje y no pudo abrir la puerta porque el mecanismo automático no funcionaba, y fue golpeada por escombros. Finalmente, un amigo fue a recogerlos y lograron salir antes de que fuera demasiado tarde», recuerda con alivio. La casa de la familia, en Altadena, al lado de Eaton, donde ha tenido lugar uno de los incendios forestales más virulentos, ha sido arrasada por las llamas. «No queda nada», sentencia. Ahora, su prioridad inmediata es encontrar un alojamiento permanente, algo que no resulta sencillo en una ciudad donde decenas de miles de personas también han quedado desplazadas. «La situación es muy complicada. Hay escasez de viviendas, y las pocas disponibles tienen precios desorbitados», explica. También hace mención al coche, «que es indispensable en Los Ángeles, ya que no dispone de un transporte público fluido».
A pesar de las circunstancias, Delfa se muestra agradecido por el apoyo recibido tanto de su entorno laboral en la NASA como de vecinos y amigos. Asegura que todo el país está volcado. «Mi jefe ha sido muy comprensivo y me ha dicho que me olvide del trabajo y me centre en mi familia», comenta. Añade que desde el JPL les dieron la semana previa libre «en previsión de lo que venía, para prepararnos». Delfa y Marcy llamaron al seguro muy pronto y han hecho todo lo que estaba en su mano, aunque «entendemos que todo está desbordado».
La casa del ingeniero ciudadrealeña totalmente devastada - Foto: LTLos incendios también han afectado gravemente a la infraestructura de su ciudad, Altadena. Muchas escuelas y guarderías han sido engullidas por el fuego, dejando a las familias sin opciones para el cuidado de los niños. Delfa y su esposa esperan que su hijo mayor pueda reincorporarse al colegio pronto, un paso importante para devolver algo de normalidad a sus vidas. «En verano queremos llevar a los niños a España para que pasen un tiempo con la familia mientras nosotros intentamos reconstruir nuestra vida aquí», dice.
La tragedia de los incendios en Altadena ha parado en seco la vida de este ingeniero manchego y la de su familia. Sin embargo, su determinación y el apoyo de amigos y familiares le permiten mirar hacia el futuro con esperanza, a pesar de la conmoción actual. «Sabemos que reconstruir todo llevará tiempo, pero hemos tenido suerte, estamos juntos y sanos, y eso es lo que importa», concluye.