El convento de concepcionistas franciscanas de Santa Beatriz de Silva, popularmente conocido como Las Terreras, será objeto de un ambicioso proyecto de consolidación, rehabilitación y adecuación en el que se invertirán más de 1,5 millones de euros. El objetivo es que este histórico edificio, que data del siglo XVI, abra sus puertas como centro de interpretación de gastronomía, vino y artesanía una vez que finalicen los trabajos de esta primera fase, que comenzarán este año y se extenderán durante al menos 12 meses.
La actuación «prioritaria» desde un punto de vista técnico y constructivo es rehabilitar la cubierta del conjunto del convento, incluyendo la renovación o refuerzo de la estructura de madera y su aislamiento térmico. Es la principal patología detectada y provoca daños colaterales en forma de humedades por las filtraciones, ya que no dispone de canalones ni bajantes. Asimismo, el proyecto, al que ha tenido acceso este diario, prevé la creación de un nuevo acceso al inmueble a través de la plaza de la Inmaculada Concepción, concretamente en la zona en la que estuvo situado el cementerio y que conecta con un gran patio arbolado.
Para ello, se demolerá parte del muro de cerramiento del convento y se colocará en su lugar la puerta de acceso principal, que estará formada por un bastidor de acero y cuadros de enlistonado de madera. Dará acceso, a través de un porche cubierto, al citado patio y al edificio. En la nueva entrada, que se completará con un pavimento de losas de piedra caliza de distintas anchuras, lucirá la nueva denominación del edificio (centro de interpretación), y como recuerdo del cementerio, se recolocará la cruz existente y un ciprés en un pequeño parterre.
Primeros actos. El alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares, anunció este miércoles que el convento de las Terreras podría acoger ya eventos a lo largo de 2025. Por ejemplo, una cata de vinos y quesos en la zona del coro de la iglesia, que se adecuará para tal fin, además de para acoger exposiciones temporales. Este espacio se completará con una sala de apoyo en lo que en su día fue sala capitular del convento, para la preparación y almacenamiento de productos, frigoríficos y mobiliario para las degustaciones o presentaciones. En actuaciones posteriores esta sala será un pequeño bar y también se instalará uno de los ascensores accesibles que conectará con las plantas superiores. El valor del artesonado, con vigas de gran canto en madera tallada, y de las pinturas al fresco en las paredes, obligan a que la actuación en esta zona se guíe por los principios de mínima intervención y reversibilidad.
En esta primera fase también se habilitará la zona de enfermería como espacio expositivo de la vida conventual y se creará un núcleo de aseos accesibles, uno femenino y otro masculino. La otra gran actuación se llevará a cabo en el patio de la entrada principal, que se adecuará para degustaciones gastronómicas. El proyecto contempla el mantenimiento de los árboles que se encuentran en buen estado y la incorporación de otros nuevos ordenados de forma regular, formando una malla homogénea. La especie prevista a plantar es el naranjo, ya que se trata de «un árbol de pequeño porte y lento crecimiento, que además de su belleza aporta un aroma que lo hace muy adecuado a los usos previstos». Se retirarán todos los restos de parterres, soleras y superficies de pavimentos recientes, para dejar todo el espacio diáfano.