«Escribo partiendo de experiencias reales»

Diego Farto
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Nacido en la provincia de Toledo, Rafael Cabanillas ha pasado la mayor parte de su vida en Ciudad Real. Maestro y escritor de pulsión viajera. Dio el aldabonazo literario con la novela Quercus (2019), centrada en la comarca de los Montes.

Rafael Cabanillas. - Foto: LT

Su proyecto literario creció con Enjambre (2021) y completó la trilogía En la raya del infinito con Valhondo (2022). El 28 de febrero estará en la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real.

Presenta Valhondo que cierra una trilogía, ¿pero cómo empezó el proyecto?
Quercus, fue la primera novela, se publicó en un formato económico, se agotó rápido y eso provocó la segunda edición con un cambio radical de formato y ahora sale la séptima. Ha llegado a Hispanoamérica, estoy teniendo presentaciones por toda España, yendo a clubes de lectura por todas partes. En Navas de Estena, en el Parque Nacional de Cabañeros, hay una ruta literaria Quercus y no doy abasto porque la gente quiere que vaya el escritor; las críticas hablan de un territorio Quercus. 

Y dio el paso a la trilogía.
Cuando empezó a ocurrir todo esto, un amigo, Antonio Basanta, el hombre que más sabe de promoción de la lectura en España, fue el que me dijo: «Escribe una continuación de Quercus, aunque no sean esos mismos personajes, pero sí ese mismo espacio». Así vio la luz la segunda novela, Enjambre, que es el nombre de una aldea real del municipio de Anchuras. Es una historia de unos pastores. Va ya por la tercera edición, se lanzó en octubre de 2021. Su lectura se va irradiando desde Ciudad Real, se va extendiendo por toda Castilla-La Mancha, ya ha llegado a Madrid, me han llamado de Zaragoza, de Teruel. Enjambre es un poco el motivo de mi visita del día 28 a la Biblioteca Pública de Ciudad Real, para encontrarme con varios clubes de lectura y después presentaré Valhondo. Surgió también de un comentario de Antonio Basanta, que me dijo: «Continúa escribiendo, esto debe ser una trilogía y te la están pidiendo tus lectores, hay que completar ese territorio Quercus». Valhondo es el nombre ficticio de una aldea de Cabañeros. La novela se presentó hace unos meses en Madrid. Ha tenido una buena acogida de la crítica. Algunos dicen que es la más bonita, la más emotiva.

En la presentación de Enjambre señaló que el 80% de la novela tenía una base de hechos reales, ¿Cuál es ese porcentaje en Valhondo?
Otro 80%. Escribo partiendo de una base de experiencias reales que yo he vivido o que me han contado, que luego he ido dando forma para hacerlo más agradable al lector.  El protagonista de Valhondo es un maestro, Rafael. En la novela, la novia de ese maestro jovencito, Amparo, va a visitarle a esa aldea a compartir su experiencia allí. Ahí se mezclan los modos de vida de los habitantes de los Montes de Toledo, que son pastores de cabras, guardas, furtivos, corcheros, carboneros... con la parte educativa de los alumnos en una escuela unitaria con 25 alumnos de todas las edades. Un choque para un maestro de 21 años en su primera experiencia educativa, en una aldea, en los años 80 en la que única casa que tiene agua corriente es la del maestro. Este hombre tiene como guía a León Tolstoi y su escuela de Yasnaia Poliana, de la que copia un poco su metodología.

Tus novelas son un toque de conciencia sobre la llamada España vacía pero, ¿ese nuevo concepto estaba ahí antes? 
Eso ya existía hace mucho tiempo. Recuerdo una tertulia del café Gijón, en Madrid, en que uno de los tertulianos me decía: «Está usted hablando de situaciones de la posguerra», y le contesté que eran situaciones de no hace tanto tiempo. A mí me destinaron a una escuela rural en los años 80, 81 y he estado en esa situación. Es increíble el abandono del resto del mundo hacia estas tierras. Tengo la duda de si los grandes latifundistas, que eran los que tenían influencia en los despachos de las instituciones, prefirieron mantener la virginidad de sus fincas a que llegasen las carreteras, la luz o el agua corriente a los pueblos porque cuando menos gente fuera por allí, menos problemas tendrían en sus tierras. Todo cambia cuando en los cinturones de las grandes ciudades hace falta mano de obra barata, que no protesta y que va a recibir el primer salario fijo en su vida, que son gente de estas comarcas. Estoy muy orgulloso porque mi literatura está dando voz a gente que siempre ha estado callada.

¿Cómo de protagonista es ese entorno de los Montes de Toledo?
El protagonista principal de esta trilogía es el espacio, es el terreno y ese espacio son los Montes de Toledo.

La evolución de la comarca se produjo sobre todo en los últimos 20 años, pero ¿aún permanece esa cultura propia?
Lo malo no es que se marchen las personas, es que marchándose se integran en una nueva ciudad, en Madrid, Barcelona... y esa cultura muere. Lo peor de la despoblación no es que se vaya la gente, sino que llevan un zurrón cargado con su léxico, sus palabras, sus oficios, su gastronomía, que cuando nadie los usa hacen desaparecer toda una cultura. Cuando salió Quercus hubo gente que me escribió para decirme que por favor incluyera un vocabulario al final porque había palabras que no encontraba. Lo hice y en cada libro hay un glosario de 50 o 60 palabras, que es una forma de mantener esa cultura, conservando sus palabras.