Las grietas que provocó la sequía de 1991 a 1995 abrieron una profunda herida en la sociedad de la época. Las imágenes de la desertificación de la provincia reflejaban la escasez de recursos, lo que amenazaba el modo de vida de entonces y cuestionaban el modelo de consumo y de planificación del agua para afrontar los años venideros. Aquellas huellas sobre la árida tierra de La Mancha y sus consecuencias fueron el germen de la futura conducción desde la Torre de Abraham hasta el embalse del Gasset, que se inauguró muchos años después, en marzo de 2011.
Esta es la sequía que muchos han retenido en su memoria, a pesar de que «no fue muy intensa y tampoco fue muy larga», explica Máximo Florín, del Centro Regional de Estudios del Agua de la Universidad de Castilla-La Mancha. Sin embargo, fue «cuando empezamos a verle las orejas al lobo». La sequía de principios de los 90, de hecho, no tuvo nada que ver con la más brutal que se ha producido, la de los años 30 al 60, unas décadas horribilis en cuanto a la escasez de precipitaciones, pero que quedaban demasiado lejos en la década de los 90 y de ahí una de las explicaciones de por qué tuvo tanto impacto.
«Estábamos poco acostumbrados a esta situación de sequía porque durante más de 20 años, desde 1960 a 1980 principalmente, habían sido años húmedos y además con bastante superávit de agua acumulado», detalla Florín, quien agrega que aquello quedaba tan lejos que «en Pozuelo de Calatrava a la gente se le olvidó que al lado del pueblo había una laguna», de manera «que un quinto de la superficie de la misma está urbanizada».
Estado que presentaba el embalse del Gasset en la sequía del año 1995, cuando apenas acumulaba reservas. - Foto: Rueda VillaverdeComo consecuencia de la sequía del 95, el Gasset prácticamente se quedó sin reservas, algunas ciudades tuvieron que bombear agua de los ríos y hubo cortes de suministro, detalla Florín. «En Campo de Calatrava, Daimiel, Fernán Caballero y Miguelturra se consideraba que la sequía es lo peor que se recuerda, sobre todo, porque la población había aumentado y se estaba utilizando muchísima agua en la agricultura de regadío», afirma Florín, quien matiza que era una sequía «desde el punto de vista puramente antropocéntrico», del uso que se hacía del recurso y no tanto por la escasez meteorológica.
«El embalse de Gasset solamente disponía de un 10% de reservas, sólo había agua hasta marzo, por lo que se llegaron a prohibir los riegos agrícolas», asegura Florín.
Precisamente, con el fin de garantizar el abastecimiento de agua a la población, en concreto a los 140.000 habitantes que aglutina Ciudad Real y su comarca, se puso en marcha años después la construcción de la tubería entre la presa de Torre de Abraham y Gasset, poniendo fin al canal a cielo abierto que conectaba ambos embalses y que suponía una gran cantidad de pérdida de agua por evaporación y filtraciones.
Nació así un proyecto que supuso una inversión de 56,6 millones de euros, que permite trasvasar unos cinco hectómetros cúbicos al año y que fue dirigida por la empresa pública Hidroguadiana, (hoy en día Aguas de las Cuencas de España). El primer trasvase que se realizó fue en el año 2015 y desde entonces ha permitido derivar 24 hectómetros cúbicos.
A esta infraestructura se refirió el presidente de la Mancomunidad del Gasset, Casimiro Pastor, quien recordó que el objetivo era garantizar el abastecimiento a los habitantes que beben del Gasset, teniendo en cuenta la gran capacidad de almacenamiento de Torre de Abraham (hasta 183 hectómetros cúbicos, frente a los 38 del Gasset) y la mayor facilidad de recarga, aprovechando en mayor medida las escorrentías que se producen en dicha parte de la provincia.
La infraestructura, que se incluyó en el Plan Especial del Alto Guadiana, contó con fondos de la Unión Europea, de la Junta de Comunidades y de los propios ayuntamientos. Fue inaugurada por el entonces presidente regional, José María Barreda, y por el entonces secretario de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu. El mismo año del ‘corte de cinta’ de esta tubería (2011) se constituyó la Mancomunidad de Servicios del Gasset, que aglutina a los municipios de Ciudad Real, Miguelturra, Torralba, Carrión, Poblete, Alcolea y Picón. También beben del Gasset las localidades de Malagón y Fernán Caballero.
En el caso de falta de recursos en ambos embalses se pondrían en marcha los pozos de sequía, contemplados en los planes de contingencia, según puso de relieve Pastor en relación a la planificación que se hace del recurso hídrico, unos planes de sequía que sin embargo no existían del 1995.
Por su parte, para Jesús López, agricultor de Fernán Caballero, los periodos de sequía son sumamente complicados para un sector que vive de esta actividad. Recordó que la falta de precipitaciones incide en la producción y en el rendimiento de los cultivos, el cual es mayor en las plantaciones de regadío. Si bien considera que la agricultura puede avanzar hacia la implantación de cultivos más sostenibles, como el pistacho o el almendro, éstos suponen una importante inversión inicial y tardan años en dar sus frutos, unas condiciones que no pueden afrontar todos los agricultores, máxime cuando las necesidades económicas aprietan. «Lo ideal es avanzar hacia ellos, pero no vamos a comer sólo pistachos o frutos secos», agrega este agricultor de 33 años.
«El agua es fundamental», lo es para el consumo humano y también para un sector que tira del carro de la economía provincial y del empleo, por lo que considera que si bien «no se puede derrochar el agua», también habría que aprovechar las posibilidades que ofrecen las infraestructuras, como «encauzar ríos a pantanos» o aprovechar la tubería a la llanura manchega que se construyó y que sigue estando en desuso.