Hubo un tiempo en el que los seguidores de la cosa política se precipitaban a los diarios que publicaban encuestas, tanto si se acercaban elecciones como si no había ninguna en perspectiva, y solo hacían prospecciones de futuro.
Solían ser la noticia del día, y a unas se les daba más credibilidad que a otros en función no solo de los aciertos que acumulaban sino, también de que reflejaran aquello que deseaba el lector, oyente o televidente. Hace años el sondeo que provocaba más expectación, más morbo, era la de la CEOE, que contaba con más dinero que cualquier empresa para ampliar el campo de encuestados. Se decía también que el CIS disponía de los mejores profesionales, y luego había un par de marcas con mucho prestigio que publicaban en los grandes medios nacionales.
Todo eso se ha venido abajo. Primero, porque ya no hay macroempresa de la CEOE y porque el CIS ha perdido toda credibilidad desde que Sánchez puso al frente a un miembro de la ejecutiva federal, que durante años ha puesto el CIS a servicio de Moncloa y acertaba muy poco hasta el punto de llegar al ridículo. Además, en las elecciones del pasado julio las predicciones no acertaron ni de lejos. Excepto el CIS, ante el asombro de todo el mundo. Probablemente, piensan muchos que siguen habitualmente los sondeos, porque al mantener su línea habitual de favorecer a Sánchez, dieron datos que ningún otro profesional había recogido.
En pocos días se celebran elecciones en Galicia. Tan importantes, que la expectación ante los sondeos ha vuelto a dispararse. Estamos curados de espanto sobre su credibilidad … Pero seguimos precipitándonos para conocer lo que dicen.
Sin embargo, tras las experiencias anteriores, hemos llegado a conclusiones que obligan a la cautela, porque es verdad que la mejor encuesta es la de las urnas, la única inamovible en una democracia. Segundo, porque también las experiencias anteriores, de años, demuestran que las estrategias electorales importan, así saber reaccionar ante un imprevisto o un ataque bien diseñado que daña gravemente a un candidato. Y, tercero, porque es evidente que los partidos utilizan las encuestas a conveniencia: en unos casos, para promover el voto a favor transmitiendo que los sondeos que manejan no dan las mayorías esperadas, las necesarias; y, en otro, transmitiendo también que sus datos son pesimistas para los rivales, para ver si de esa manera los votantes dudosos se inclinan hacia el partido que puede ser ganador. Nunca gusta dar la papeleta a quien fracasa en unas elecciones.
En Galicia, los partidos se juegan el futuro. Los regionales, evidentemente, pero también los nacionales. Todos ellos están trabajando a destajo para conseguir los mejores resultados posibles y derribar al adversario. Y en ese trabajo electoral sin respiro tienen papel fundamental los sondeos. Es una realidad a tener en cuenta … Aunque las encuestas nos seguirán quitando el sueño y llevando a participar en apasionantes discusiones.