La guerra en Ucrania ha impulsado el interés geoestratégico de la Unión Europea por la ampliación para ganar influencia frente a Rusia con la entrada de nuevos territorios, una cuestión que seguirá siendo uno de los retos en Bruselas de cara a la próxima legislatura.
Desde que Moscú lanzó su invasión en febrero de 2022, el bloque comunitario ha concedido el estatus de país candidato a Ucrania, Moldavia y Georgia, en el este, y en los Balcanes Occidentales, a Bosnia y Herzegovina, una región en la que también ha desbloqueado el inicio de las negociaciones con Albania y Macedonia del Norte.
De todos los aspirantes, solo Kosovo, a quien cinco naciones no reconocen la independencia que declaró de Serbia en 2008, no tiene esa distinción.
Bélgica, que este semestre ostenta la Presidencia rotatoria de la UE, quiere iniciar las conversaciones de adhesión con Kiev y Chisinau este mismo mes, una aspiración que tres fuentes diplomáticas consideran «factible», aunque reconocen que Hungría, que es el principal aliado de Moscú dentro de las filas de los Veintisiete, aún tiene reticencias, en una decisión que requiere unanimidad.
Un panorama incierto
«Esta es la ampliación más difícil de la historia», asegura José Ignacio Torreblanca, analista del European Council on Foreign Relations, porque «no sabemos» cuándo acabará la guerra en Ucrania ni en qué condiciones lo hará, por lo que existen dudas sobre qué parte del territorio entraría en el bloque comunitario o si el conflicto podría reavivarse posteriormente.
También cree que Moldavia, que celebra un referéndum en octubre sobre su anexión a la UE y a cuyo Gobierno proeuropeo Rusia trata de desestabilizar, «tiene una ventana de oportunidad muy pequeña» para entrar al club.
Mantiene también reservas sobre las posibilidades de avanzar en el proceso de ampliación hacia los Balcanes Occidentales, ya que tres décadas después del fin de las guerras de la desintegración de la antigua Yugoslavia, aún continúan las negociaciones.
Berta López Domènech, analista del European Policy Centre, cree que Montenegro es el país candidato con «la única perspectiva» de poder entrar en 2030, la fecha que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, estableció para la ampliación. Destaca el objetivo declarado de su Ejecutivo de concluir la ronda de contactos de cara a finales 2026 para poder acceder dos años después y el hecho de que su economía es «la que está más alineada» con la del resto de los Estados miembro.
Tanto López como Torreblanca están convencidos de que el peso que está ganando la extrema derecha en la UE, ya sea por el crecimiento en las elecciones como por su entrada en cada vez más gobiernos, afectará al proceso. «No es tanto que vayan a bloquear una ampliación, que algunos lo harán porque tienen todavía esta deriva prorrusa, sino simplemente porque son soberanistas» y «pueden condicionar un proceso que no incluya profundización», opina Torreblanca al respecto.
Proceso de varias fases
El propio proceso de integración europea está a debate, con la propuesta francoalemana de crear una UE a varias velocidades formada por cuatro círculos concéntricos.
Uno primero con los de la eurozona y el espacio Schengen; otro segundo en el que estarían todos los países de la UE; un tercero con los Estados asociados, como los del Espacio Económico Europeo, Suiza o incluso el Reino Unido; y un último que englobaría a los de la Comunidad Política Europea ideada por el presidente francés, Emmanuel Macron, que incluye, entre otros, a los Balcanes y repúblicas exsoviéticas. Un foro al que López ve futuro como «plataforma diplomática» en la que los distintos líderes puedan discutir asuntos del continente.
Al margen de la propuesta de Francia y Alemania, los laboratorios de ideas del European Policy Centre y del CEPS han plantado su propia variante del proceso de ampliación, que tendría cuatro etapas, en las que la penúltima sería la entrada al bloque sin poder ejercer el derecho a veto, que los países solo adquirirían en la cuarta y última fase, cuando hayan demostrado durante varios años que cumplen con los valores del Estado de derecho.
Así las cosas, es evidente que la integración de la UE seguirá siendo un reto en la nueva legislatura, que Torreblanca propone aprovechar, pensando también «en términos empresariales».