La imagen de Sánchez y sus socios celebrando el día de la Constitución y encima alardeando de ser sus adalides, cuando lo que están haciendo es destrozarla, es la imagen más repugnante de todos los 6 de diciembre desde aquel año de 1978 en que fue alborozadamente aprobada por una inmensa mayoría de españoles.
El cinismo es absoluto. Los propósitos, ya convertidos en hechos, de quienes son los verdaderos artificieros de la voladura y sus declaraciones continuas, contundentes y sin ya recato alguno es que van a convertir, la han convertido ya en ciertos casos, es un papel ya no mojado sino con el que directamente se limpian el culo desde Puigdemont a Otegui, o desde Yolanda Diaz a Pablo Iglesias, que en eso sí que están de acuerdo todos.
Ellos lo tienen claro, lo llevan años pregonando, su objetivo es acabar lo que llaman el Régimen de 98. O sea acabar con nuestra democracia, a la que ellos, los herederos de ETA, los del Grapo, los separatistas catalanes y todos los pelos, pelajes y caretas de la extrema izquierda, consideran que no les vale. Y ciertamente, en eso tienen razón, y en eso poco ha cambiado. La Constitución, nuestra democracia ha sido la gran fuerza motriz y el gran pacto de valores y convivencia contra el que se han estrellado. Hasta este año, porque si hay que ponerle una fecha será esta la del 2023, que es cuando el PSOE, su caudillo Pedro Sánchez se ha pasado al enemigo, la ha traicionado y se ha convertido en el estratega y máximo responsable del plan de demolición de todo nuestro sistema.
Y eso es lo que ha hecho que este 6 de diciembre haya sido el día más triste de la Constitución Española. Por ahora.
Porque esta es la primera vez en su historia que quien debía defenderla, se comprometió y tiene el deber supremo de hacerlo, que tiene el poder en sus manos, al que para llegar la ha entregado como rehén y cautiva y ahora es su máximo y más peligroso enemigo.
Porque nadie se equivoque, aunque ya se bien que hay multitud que no es que se dejen engañar, sino que hasta proclaman que les da lo mismo por que son de los 'suyos', van todos a una. Esa es la evidencia. La mentirosa diferencia es que los sanchistas pregonan, añadiendo la mofa y el escarnio, que no, que la están defendiendo de los 'fachas' ¿Y quiénes son los fachas? Pues los fachas, somos todos. Todos los que no somos sanchistas, ni de Bildu, ni separatistas, ni nacionalistas vascos, ni del BNG o ni de Sumar ni de Podemos ni de ninguna de las sucursales de la extrema izquierda. Todos los demás somos fachas. Por supuesto y también los pocos socialistas, aunque sean González, Guerra o Redondo, que se han atrevido a llevarles la contraria.
En suma, que según Sánchez y su banda son fachas todos aquellos que creen en la soberanía del pueblo español, la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos y que no se puede convertir a golpistas, delincuentes y malversadores en los hacedores de las leyes e inspectores y juzgadores de los jueces, que eso viene a ser la amnistía, la rendición que el presidente del Gobierno ha ofrecido a todos ellos para poder seguir siéndolo.
Pues a pesar de que nos insulten, nos intenten amordazar, nos excluyan y nos pretendan silenciar, es preciso hoy más que nunca defenderla y defendernos. Porque lo que está en juego no es otra cosa que nuestros derechos y nuestras libertades. De eso es en el fondo de lo que se trata. Y su objetivo, el de todos ellos, es volvernos a privar de ellos. Como hizo la Dictadura. Y ahora quieren hacer estos imponiéndonos ahora pasito a pasito, y acelerando cuando toque, con la suya.