Crisantemos, clavel moro, rosas, gladiolos, calas, lirios, claveles o gladiolos son las flores que exornarán las tumbas de los seres queridos en los próximos días. Mañana se celebra el Día de Todos los Santos y las tradiciones siguen impertérritas: buñuelos, huesos de santo y flores. A pesar del impulso imparable de Halloween, en Ciudad Real las floristerías siguen trabajando a destajo en estas fechas.
Pilar Sánchez, de la floristería Pife, señala que este año ha sido «raro, tanto por cómo han caído las fechas, como por la lluvia». Y es que la DANA ha marcado los tiempos para la compra de flores: «La gente ha aguantado hasta última hora». Ayer, hoy y mañana, Sánchez asegura que serán días muy movidos en los que se quedan a dormir en la tienda: «Por la noche, hacer, y por el día, vender».
En Pife reciben encargos por teléfono y en persona, además de la gente que va a la tienda a elegir lo que hay. Ella cree que ha cambiado un poco la tendencia en los últimos años y hay gente que se atreve con las flores variadas. Hace unos días, Sánchez y su equipo hicieron un centro con forma de canario: «Se había muerto la abuela del cliente, y le gustaban los canarios».
Tradicionales compras de flores por la fiesta de Todos los Santos - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn el pasaje de San Isidro, Sonia Simón y Alma se afanan con los centros y ramos en la floristería El Pasaje. Llevan abiertos desde 1986, «así que otro año más estaremos aquí para quien lo desee», asegura Simón. La dueña de la floristería cree que en los Santos «no hay mucha originalidad, ya que la gente tira de los clásicos». Ella también ha visto que la gente se ha contenido estos días por el mal tiempo, «así que ahora empieza la avalancha».
También comenta que es una tradición «muy arraigada» en la gente mayor, pero no tanto en la gente joven: «Viene muy poca gente joven, y los que vienen lo hacen porque van con sus padres o sus abuelos». Su clientela es habitual. Muchos de estos negocios viven de fidelizar a los clientes: «Tenemos el teléfono disponible y llegamos a las 8 de la mañana sin hora de marcharnos».
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En el kiosko de flores del cementerio se hacen corrillos. Se escuchan conversaciones como «otro año más», «vaya tela con la DANA», o «qué frío hace este año», mientras, con la certeza de la rutina adquirida, una señora dice: «Póngame dos docenas de rosas».