De Montilivi sigue emanando magia. Como una fuente inagotable de fútbol y emociones que, por el bien del fútbol no preconcebido, dure otras 19 jornadas más. El Girona-Atlético fue un duelo espectacular en su ritmo y su puesta en escena, con un equipo pletórico y otro que aún sigue midiéndose:tiene la mejor versión posible de Morata, también la de Griezmann... pero encaja como nunca. Paradójicamente, el bloque menos cholista fue 'el más cholista' a falta de 10 minutos, cuando casi todos (también el colíder) daban el resultado (3-3) por bueno:Simeone retiró del campo a sus dos atacantes para dar entrada a Saúl y Azpilicueta. Y entre los locales, que casi había firmado el punto, se dijo:«¡Eh, un momento! ¡Los asustados son ellos!». De ahí nació el 4-3 definitivo. Para creer, primero te tienen que dar pie a que lo hagas.
Errores, errores...
Clamaba el Barça por el atropello que había sufrido el Mallorca en la víspera, cuando Dani Carvajal sujetó al defensor que debía marcar a Rüdiger en el gol de la victoria blanca, y clamó el Real Madrid al día siguiente cuando Gündogan notó el pequeño contacto en la espalda para interpretar una caída que se transformó en el penalti del triunfo azulgrana en Gran Canaria. De una forma retorcida y perversa, han terminado haciendo creer a la gente que las víctimas de los supuestos errores arbitrales son ellos... y no Mallorca o Las Palmas, por ejemplo.
Sensaciones
El propio aficionado debe hacerse fuerte entre tanto ruido y desinformación, y pensar por qué hay tanta satisfacción en dos 1-0 consecutivos a balón parado ante dos equipos de la zona baja de la tabla, y por qué tan poca en la remontada (1-2) ante uno de los equipos más sólidos de la categoría. Y ahí darse cuenta del significado de las famosas «sensaciones»:mientras el Real Madrid cabalga en lo más alto, el Barça va a rebufo. Se diría que no son muy distintos... pero siete puntos, a estas alturas del campeonato, son un mundo.