Londres, con 8,9 millones de habitantes; Berlín, con 3,7 millones de habitantes; París, con 2,1 millones de habitantes, además de Madrid y Barcelona son algunas de las ciudades europeas que han puesto ya limitaciones al tráfico en su núcleo central. Reducir los atascos y disminuir las emisiones contaminantes son los dos factores que han motivado este tipo de decisiones que en un futuro se aplicarán también en otras ciudades de inferior tamaño. En concreto, estarán obligados a establecer una Zona de Bajas Emisiones los municipios de más de 50.000 habitantes, una decisión para el profesor de Urbanismo de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Ciudad Real José María Coronado conllevará «una adaptación» de la forma de extrapolar esas medidas que se ejecutan en las grandes ciudades a las pequeñas o medianas ciudades.
Esta nuevo planteamiento surgirá con la Ley de Cambio Climático que ya prepara el nuevo Gobierno de España y que Coronado considera que debe valorarse como «una oportunidad» para avanzar en la utilización de medios de transporte «más sostenibles». En este sentido, recordó que hubo un tiempo en el que todo en las ciudades se hacía pensando en el coche. Grandes avenidas, rotondas, reducción de las aceras... el vehículo privado era el ‘rey’ de la movilidad y en torno a él giraban las grandes decisiones urbanísticas.
Sin embargo, los atascos, las dificultades para el aparcamiento o la contaminación han ido ‘destronando’ a este medio de transporte en favor de otros que suponen mayores ventajas, tanto desde el punto de vista de la movilidad, como de la sostenibilidad. Es así como surgieron las calles peatonales, los aparcamientos disuasorios más alejados del centro o nuevas formas de transporte como el patinete o la bicicleta eléctrica. El objetivo es ahora «despotenciar» el uso del vehículo privado, señala este profesor de la Escuela de Caminos.
Materializar eso en pequeñas capitales como Ciudad Real cree que podría ser objeto de un estudio en el que habría que tener en cuenta la necesidad de que la población cambie algunos de los hábitos que tiene adquiridos, como es el caso de estar acostumbrados a desplazarse en coche hasta la misma puerta de muchos establecimientos. En este sentido, considera que en una ciudad grande, como Madrid o Barcelona, prohibir el paso de ciertos vehículos a la zona centro es «más fácil» en tanto que la prohibición no genera un problema tan grande como en ciudades de tamaño medio donde gran parte de la población accede con sus vehículos al mismo corazón de la ciudad y está acostumbrada a ello.
compacta y más peatonal. No obstante, destacó que Ciudad Real tiene la ventaja también de ser «muy compacta» y que por lo tanto se podría delimitar claramente una zona de prohibición del tráfico ya que dentro de ronda, «todo está prácticamente a mano». En este sentido, comentó que ya el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) de Ciudad Real, que se presentó en la pasada legislatura y se impulsó durante el último mandato de Rosa Romero «contempla escenarios de ir peatonalizando», si bien comentó que serían una medidas a ejecutar «poco a poco» y que, sin embargo, con la declaración de Emergencia Climática y la batalla contra el calentamiento global da la sensación de que se van a ir acelerando. De este modo, reconoce que esta es «la tendencia» que se está registrando en muchas de las ciudades del mundo y que si bien en un primer momento se hizo para poner coto a los atascos, ahora se ha convertido en una medida necesaria de cara a reducir la contaminación.
Sin embargo, considera que la implantación de una Zona de Bajas Emisiones en las ciudades supondrá en muchos casos más que desincentivar el uso del vehículo privado el «cambiar de coche» por aquellos que tengan posibilidades económicas y que lo tengan que utilizar a diario, por lo que se preguntó cómo se podría dar solución a los conductores que acuden todos los días laborables a la capital desde otras localidades vecinas.
En cualquier caso, explicó que para despotenciar el uso del coche privado hay tres pasos: reducir el aparcamiento, complicar los itinerarios para llegar al centro y, finalmente, impedir la entrada de los vehículos o de los más contaminantes. Así pues, cree que el nuevo escenario se debe ver como «una oportunidad» que habrá que ver cómo se extrapola a ciudades medianas y pequeñas.