La belleza eterna

M. Albilla (SPC)
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Nefertiti ha despertado fascinación desde que se presentó su busto por primera vez al público en 1924. «Describirla es inútil, hay que verla», garabateó el arqueólogo Ludwig Borchardt en su diario de excavaciones tras descubrirla

La imagen de la reina apareció en 1923 en el taller de un escultor que estaba al servicio del faraón Akhenaton. - Foto: Imagen de Heiko en Pixabay

Quizá sea ella quien guarde ese secreto casi místico que es el elixir de la eterna juventud. Porque Nefertiti, una de las reinas más conocidas de Egipto, es capaz aún hoy de maravillar a quien se atreva con ella en el cara a cara, y eso que ha pasado ya un siglo desde que uno se puede maravillar ante su busto, que se custodia -no sin la polémica y recurrente petición de Egipto para su devolución- en el Neues Museum de Berlín.

«Describirla es inútil, hay que verla». Dicen que esa frase aparecía anotada en el diario de excavaciones del alemán Ludwig Borchardt, el arqueólogo que descubrió a la esposa del rey Akhenaton, el 7 de diciembre de 1912 en Tell el-Amarna. Concretamente estaba en la casa del escultor Tutmose, que trabajaba para su esposo allá por el 1345 a.C.

El busto de piedra caliza recubierto de estuco es una de las obras más copiadas del antiguo Egipto y, a la vez, una referencia para los visitantes de la capital alemana. «Lo mejor de Nefertiti es que es muy colorida y esto es muy raro en el tiempo en el que se realizó. Los colores están completamente bien conservados, por lo que es un objeto muy singular. No tenemos otros como este y ella es realmente increíble bella». Así hablaba del rostro femenino por antonomasia del antiguo Egipto Olivia Zörn, directora adjunta del Museo Egipcio y Colección de Papiros de Berlín integrado en el Neues Museum. Porque esa increíble belleza sigue siendo hoy lo que más impacta al verla. 

De hecho, la belleza ha llegado o la bella ha llegado es la traducción de su nombre. Y es que, sin duda, ella representa como ninguna otra obra el modelo de belleza femenina que triunfó durante el período de Amarna. En realidad, el maquillaje (tanto los habituales ojos de gato negros como los labios pintados), el lavado del pelo y el uso de perfumes y accesorios era algo común en la época. La diferencia entre las clases sociales radicaba en la calidad de los materiales que usaban unos y otros.

Sin embargo, el artista que cinceló una de las caras más conocidas de la historia de Egipto fue generoso con la reina. Hace unos años, una tomografía computerizada reveló los matices que se ocultaban bajo la capa externa de su conocidísima escultura: tenía arrugas en la comisura de los labios y en las mejillas, unos pómulos menos prominentes y una nariz imperfecta.

El busto fue tallado en varias etapas sobre una base de piedra caliza cubierta de capas de estuco de diverso grosor y tiene fisuras en los hombros, en la zona inferior y en la parte trasera de la corona. La opción de retocar las arrugas y suavizar la nariz, según los investigadores, pudo ser elección del artista, quien trató de reflejar a través de los rasgos de la reina los cánones estéticos de la época.

Pero las idílicas proporciones del rostro pétreo de la reina del Nilo no fueron los únicos atributos que la hicieron destacar, ya que también ostentó un gran poder político y religioso. Tuvo junto a Akhenaton seis hijas, de las que, como ella, dos fueron reinas de Egipto, y también como pareja real instauraron por primera vez en el país el culto monoteísta al disco solar (Atón).

 Desde que se tuvo conocimiento de este personaje, historiadores y arqueólogos han tratado de desentrañar el misterio que esconde realmente su vida, ya que se le pierde la pista pocos años antes de la muerte del faraón. Las hipótesis son una constante cuando se intenta avanzar en el conocimiento de la civilización egipcia y con el personaje de Nefertiti no podía ser de otra manera.

Puede que la más bella gobernara brevemente como la reina-faraón conocida como Neferneferuatón antes del ascenso de Tutankamón -que era hijo de su esposo y la hermana de este-, aunque esta identificación es un tema de controversia. Asimismo, algunos egiptólogos creen que ella fue la persona que reinó con el nombre de Semenejkara, en un breve período tras la muerte de su esposo. 

Bella, poderosa... y polémica

Nadie duda de la belleza universal de la reina. Tampoco de su poder, aunque haya mil matices. Pero es imposible obviar la polémica. No tanto por ella en sí, sino por la pugna existente entre Alemania y Egipto por dónde debe estar su busto mirando a la eternidad.

Las primeras demandas de su repatriación datan de 1924, justo después de que se mostrara al público por primera vez. Según Zahi Hawass, el exministro de Antigüedades, la estatua es propiedad egipcia y fue sacada ilegalmente del país y, por lo tanto, debería ser devuelta. En realidad, quizás no saliera ilegalmente, pero sí de una manera un tanto torticera oculta entre otros bienes y sin declararse el valor real que podría tener. Ya en 2010, El Cairo rubricó la primera carta oficial enviada a Alemania pidiendo la cabeza de Nefertiti. Desde entonces las reclamaciones no han cesado, pero no pinta bien para el país que vio nacer a la reina más bella del Nilo.

 

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