Aprincipios de este mes se presentaron los resultados de una investigación promovida por Educar es Todo, Éxito Educativo y Udima que apuntaban que más de 3.800 docentes han contestado a una encuesta que ha ofrecido datos muy relevantes sobre su estado de ánimo; en muchos casos muy bajo.
¿Numerosos docentes tienen un estado emocional próximo a la depresión?
Sí. Según los resultados de este estudio, el 38,4 por ciento de los docentes se autopercibe en un estado emocional que podría asociarse a depresión moderada o severa:
- 20,9 por ciento depresión moderada.
- 0,9 por ciento depresión modernamente severa.
- 6,6 por ciento depresión severa.
Una reflexión clave para encuadrar estos datos es que se autoperciben, es decir, no se ha realizado ninguna evaluación de salud mental, pero si no les ayudamos, si no les tratamos, no sabemos si este curso o dentro de dos o tres años se podrán convertir en casos clínicos. Esto es crucial, no hay que esperar a que la persona cumpla criterios diagnósticos para que pueda recibir ayuda.
Otro dato muy relevante de este estudio es que el 35,5 por ciento de los docentes, es decir, uno de cada tres, se siente maltratado de forma habitual en su entorno laboral por diferentes agentes (administración, familias, compañeros…).
¿Los docentes arrastran aún los efectos de la pandemia?
La pandemia tuvo efectos muy directos en la salud mental de los profesores. Los docentes fueron uno de los grupos más expuestos y a los que más se les exigió por parte de la sociedad. No solo tuvieron que seguir impartiendo el contenido de sus asignaturas, sino que además tenían que vigilar que se cumplía el protocolo COVID a la vuelta a las aulas, tuvieron que hacer de enfermeros, de policías para que no se juntasen los alumnos, incluso también de psicólogos pidiéndoles que detectasen posibles casos en el que sus alumnos pudieran estar teniendo problemas a nivel psicológico.
La pandemia ya pasó, pero los profesionales sanitarios advertimos de que sus efectos durarían años. Esto les está ocurriendo a muchos docentes, que tuvieron que realizar un gran esfuerzo físico, emocional e intelectual; un esfuerzo prolongado en el tiempo.
¿Les estamos exigiendo demasiado a los docentes?
Sí, con frecuencia les pedimos lo que en el seno de las familias no somos capaces de conseguir.
Por ejemplo, en el caso de los menores, muchos tienen grandes dificultades de regular sus emociones y necesitan que sus adultos de referencia les corregulen.
Y en muchos casos, esos adultos no son capaces de hacerlo porque no tienen el suficiente conocimiento de cómo hacerlo, o porque están tan sobrepasados por la situación que se sienten incapaces de regularse a ellos mismos.
¿Cómo podemos ayudarles?
El primer paso sería respetar su labor. En nuestro equipo trabajamos todos los días con muchos docentes y una de las quejas más extendidas es que los padres, la dirección del centro, los compañeros o los alumnos no respetan su labor.
La primera ayuda sería el respeto a ellos como personas y a la labor que realizan.
A continuación, aunque es bueno seguir formando a nuestros profesores, quizás lo primero que debemos hacer es cuidarlos. Es precisamente ahora que ha pasado lo peor de la pandemia, cuando más están sufriendo estos efectos, y cuidarlos es ayudarles a que tengan una buena salud mental y alcancen el equilibrio emocional que tanto precisan.
Conclusión:
La labor del profesorado es crucial en la sociedad, pero antes de pedirles a los docentes que hagan más cosas y les carguemos con más responsabilidades, démosles los recursos que necesitan y ayudémosles a cuidad su salud mental.